Fragilidad del entorno global
El escenario de recuperación mundial enfrenta riesgos a la baja nada despreciables. La incertidumbre política y la volatilidad de los precios del petróleo, derivados del riesgo de guerra, son dos nuevos factores globales adversos para unas confianzas ya previamente tocadas por la negativa evolución bursátil. En este contexto, vuelven a un primer plano aspectos que recuerdan la fragilidad de las principales economías.
En EE UU se cuestiona la sostenibilidad de sus desequilibrios macroeconómicos. Su déficit corriente sigue ampliándose a pesar de la moderación del ritmo de crecimiento. El déficit corriente refleja una escasez de ahorro interno, privado y público, cada vez más difícil de compensar con unos flujos de inversión extranjera directa decrecientes. Según las últimas previsiones, las cuentas públicas se enfrentan a un deterioro de los ingresos y un aumento del gasto que podrían elevar el déficit público al 1,5% del PIB en el presente año fiscal, para no equilibrarse hasta 2006. Junto a esto, el retraso en la recuperación sigue preocupando. Tras el repunte de la actividad que se producirá en el tercer trimestre, una vez más, gracias al consumo de bienes duraderos, es previsible que le siga un último trimestre de relativo parón de la actividad. La misma secuencia, fuerte-débil, que vimos en los dos primeros.
La desaceleración económica puede prolongarse más de lo previsto, con crecimientos bajos pero positivos
¿Y las otras grandes economías? En Europa reaparecen los temas de las reformas pendientes y de la disciplina fiscal. La reciente desaceleración económica y la falta de consolidación fiscal en la expansión dificultan el cumplimiento del Pacto de Estabilidad, lo que ha llevado a la Comisión a admitir que el cumplimiento del objetivo de equilibrio presupuestario podría retrasarse hasta 2006. Ello no sólo contribuye a mermar la credibilidad en la moneda única, sino que dificulta el policy mix en la zona euro. Finalmente, en Japón el círculo vicioso deflación-recesión parece difícil de romper. La delicada situación del sistema bancario sigue sin encontrar una salida deseable basada en una reforma estructural. Más bien al contrario, se intenta parchear a través de medidas tan insólitas como el reciente plan del Banco de Japón de comprar a los bancos parte de su cartera de acciones, operación que podría alcanzar los 200.000 millones de dólares.
Con todo, a pesar de los factores de fragilidad que presentan las principales economías desarrolladas, la productividad y las condiciones monetarias y fiscales siguen siendo soportes para el crecimiento. De hecho, el escenario base para la mayoría de los analistas y para los principales organismos internacionales es el de crecimientos positivos, aunque inferiores a los previstos hace unos meses, con lo que la vuelta al potencial tardará más de lo previsto.
Sonsoles Castillo es economista del Servicio de Estudios de BBVA.
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