Un torero moderno
Una pregunta: ¿qué motivo justifica que un torero se encierre con seis toros? Pues la culminación de una temporada espectacular o el gesto de una gran figura. Ni uno ni otro supuesto se dan en Víctor Puerto. ¿Por qué, entonces, lo del señor Puerto? Que se lo pregunten al empresario de Sevilla, que allá por el mes de febrero diseñó y cobró la feria de San Miguel. Han pasado casi siete meses y el cartel, que nunca lo tuvo, sigue sin crédito alguno.
Ni una vuelta al ruedo en la Maestranza, como diría un gacetillero de los malos. Ni un momento de emoción. Ni un lance para el recuerdo. Ni un detalle. Nada. Dos horas de profunda tristeza. Dos horas de toreo moderno. Dos horas para el olvido. Fracasó el torero, que nunca debió asumir tan importante compromiso. Fracasó el empresario, que se equivocó con el cartel. Y, una vez más, los burlados fueron los abonados: se les cobró por anticipado un auténtico tostón.
Seis ganaderías / Víctor Puerto
1º de El Ventorrillo, blando y soso; 2º, de Gavira, inválido; 3º de Cebada Gago, manso y encastado; 4º de Fuente Ymbro, y 5º de Guadalest, blandos y nobles; 6º de Juan Pedro Domecq, blando y descastado. Víctor Puerto, único espada: estocada ladeada (ovación); media trasea y caída y un descabello (silencio); estocada trasera y caída (palmas); casi entera trasera y un descabello (silencio); estocada perdiendo la muleta (palmas); pinchazo y casi entera (silencio).Plaza de la Maestranza. 28 de septiembre. Primera corrida de la feria de San Miguel. Algo más de media plaza.
¿Qué le pasó al torero? A lo peor es que así de incapaz, de torpe, de mal torero, en suma. Quizá es que un torero moderno, corto de ideas y de arte, triste, soso y pesado.
No pudo con el manso encastado de Cebada, de embestida agresiva, pero tampoco toreó a los nobles cuarto y quinto. Muchos pases y ninguno como mandan los cánones. Todo el toreo para fuera, ventajista, insulso, aburrido. Lo intentó con el capote y a excepción de un par de chicuelinas, nada destacable. Y se desinfló muy pronto con la muleta; cuando entendió que su toreo despegado y sin ligazón no interesaba a nadie.
Decepcionó a todos y emborronó su más que discreta carrera. Pero se cumplió el principio de Peter: fue ascendido a su máximo nivel de incompetencia. Nunca debió asumir un compromiso para el que, a la vista está, no tiene condiciones.
Babelia
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