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Crítica:TEATRO | 'PICASSO ADORA LA MAAR'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Imposible

Diríamos que esta obra trata de reflejar el amor de nueve años entre Picasso, tan variable y tan insistente con las mujeres, y Dora Maar, fotógrafa y pintora surrealista. Son también años decisivos del mundo: la guerra de España, la mundial; y el surrealismo y sus discusiones; y el círculo Sabartés, el íntimo de Picasso, y con Paul Eluard, Cocteau, Breton, Braque... Este enunciado puede despertar grandes ilusiones; pero puede adormecerlas e incluso matarlas cuando se desarrolla. Es muy difícil trazar personajes tan próximos, tan vistos, tratar de imitarles; es muy difícil interpretar sus frases, sus gestos, sus acentos. Y desde luego es imposible, ni siquiera se intenta más que con alusiones, informar al público que pueda estar poco informado. El escritor y el director de escena no lo han conseguido; los actores, tampoco. Interpretar a Picasso, tantas veces fotografiado, es poco posible; ese poco, que podía ser una trascendencia, una imaginación, unas sugerencias, no se utiliza aquí.

Picasso adora la Maar

De Alfonso Plou. Intérpretes: Ricardo Joven, Cristina de Inza, Gabriel Latorre, Laura Plano, Francisco Fraguas, Amor Pérez Brea, Juan Ramón Benaque. Director, Carlos Martín. Producción del Teatro del Temple. Teatro de la Abadía.

El actor Ricardo Jover es seguramente un buen actor, pero forzado a hacer una imitación termina haciendo una caricatura, como todos los demás. Los hay con peor suerte, que tienen que representar diversos personajes como el Dr. Lacan, Breton y Sabartés (Gabriel Latorrre) o Man Ray, Cocteau, Braque y además un camarero, como Francisco Fraguas. Esta operación aumenta más la confusión que pudiera tener el espectador. Puede que la mejor interpretación sea la de Cristina de Inza, porque se reduce a un personaje, el de Dora Maar, que tiene más consistencia.

La representación se hace en cuadros cortos, apretados, para colocar los nueve años, con anécdotas y todo, en menos de hora y media, y descentrarla entre política, amor (amores) y arte. Unas proyecciones de fondo ayudan a la confusión, aunque no son lo peor: no tienen mala calidad.

De todas maneras, el público 'normal' del viernes, día siguiente al estreno, se mantuvo en un respetuoso y frío silencio durante la representación, y aplaudió a los intérpretes agradecido por su trabajo.

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