Cantaores de lujo para Manuela Carrasco
Era uno de los espectáculos más esperados de la Bienal. Manuela Carrasco, en Sevilla, es idolatrada, y el público se lo estaba demostrando antes de que comenzara a bailar. Si además le ponían al lado un cantaor del carisma de Chocolate -quien acaba de recibir un grammy por su último disco-, lo que iba a venir lo teníamos claro.
Chocolate cantó por siguiriyas para el baile de Manuela con convicción y con grandeza. Es cantaor muy serio, que sólo excepcionalmente canta a bailaores/as a quienes le unen especiales lazos de afecto. Lo hacía a veces para el gran Farruco, y entre ambos creaban una química que se resolvía en arte grande. Algo así ocurrió con estas siguiriyas de la Bienal, que Manuela le bailó de cerca con entrega definitiva. Entre los dos convirtieron lo jondo en un pálpito cargado de emoción.
El Mundo, el Demonio y la Carne Baile: Manuela Carrasco.
Cante: Chocolate, José de la Tomasa, Antonia la Negra, Enrique el Extremeño, Samara Amador. Toque: Joaquín Amador, Miguel Iglesias. Dirección: Jesús Quintero. Teatro La Maestranza, Sevilla, 23 de septiembre.
Pero estaba también José de la Tomasa, que es cantaor capaz de alternar con Chocolate sin ningún complejo. En la primera aparición de ambos, frente a frente e interpretando tonás, el de la Tomasa hizo tercios de estremecedora belleza. Y después, cantándole por soleá a Manuela, una soleá templada de implacable compás, hubo asimismo momentos memorables.
Realmente para Manuela Carrasco ha sido un lujo tener a esos dos cantaores en este espectáculo que sin duda ha preparado con mimo. Ella ha bailado lo que suele bailar siempre -romance por bulerías, soleares, siguiriyas- pero en esta ocasión, evidentemente, con una entrega que la convertía en expresión privilegiada del baile gitano-andaluz genuino, el baile que ciertamente esperaba ver y quiere ver una parte considerable del público que nunca va a renunciar a él.
Hubo otros momentos que la audiencia agradeció encantado, como la larga secuencia de bulerías que interpretaron las viejas de Jerez, pero no todo fue tan efectivo. Los tangos que cantó y bailó La Negra, por ejemplo, convencionales. Quintero dirigió el espectáculo con corrección, aunque a mi parecer sobraban los parlamentos de principio y fin y las presentaciones de los artistas cuando hacían acto de presencia, rompiendo la dinámica del mismo.
Babelia
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