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Entrevista:JOAN LLUÍS BOZZO | Director del musical 'Poe'

'Tenemos más miedo a la tumba que a la muerte'

'Así en el ataúd recio y largo / yo golpeo'. El ruido es de un martillo que sirve para clavar un elemento de decorado en el escenario del teatro Poliorama, pero trae a la memoria el macabro verso de Edgar Allan Poe, y es difícil no sentir, brrrrrr, un escalofrío. Dagoll Dagom estrena esta noche en Barcelona el musical que ha creado sobre el autor de La caída de la casa Usher, Entierro prematuro y tantos otros relatos inolvidables. El director de Poe, que es como se titula el espectáculo, Joan Lluís Bozzo, aparece para la entrevista más pálido que el señor Valdemar, cansado y de un humor siniestro, cosa lógica visto el tema. Durante la conversación se queda a ratos con la mirada perdida, como si divisara un cuervo invisible. Por suerte, a la hora de encargar la comida no pide amontillado, sino una cerveza.

'En el espectáculo hay un ambiente de cripta y detalles macabros, sin caer en el 'gore'
'Hemos detectado cierto menosprecio por Poe en algún sector de la intelectualidad'

Pregunta. En su estupendo aunque acongojante libro Enterrado vivo [Ediciones B, 2002], Jan Bondeson, además de ilustrar sobre los ataúdes de seguridad a través de los tiempos y de los métodos para asegurarse del deceso (incluido el doppelbläser, un fuelle para administrar enemas de humo de tabaco al supuesto cadáver), señala que el escritor con mayor promedio de enterramientos prematuros es Poe.

Respuesta. Eso es evidente para los lectores de sus historias; tenía una verdadera paranoia con el tema. Yo creo que el terror primordial tiene más que ver con la tumba que con la muerte, tenemos más miedo a que nos entierren que a morir. En realidad, es el miedo ancestral a la oscuridad, a la noche eterna, un miedo cerval.

P. ¿Va a dar miedo su Poe?

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R. Hombre, angustia, claustrofobia, sí, pero miedo, eso son palabras mayores. No sé si lo conseguiremos. En todo caso esto es un musical, no el túnel del terror, donde se dedican a darte sustos.

P. Habrá niebla, humo.

R. Y tanto, un ambiente de cripta. Y detalles macabros, sin caer en el gore. El maquillaje, los efectos especiales, la escenografía, van a ser los de una película de terror típica del género de los años cincuenta. No en balde somos fervientes admiradores de Roger Corman.

P. ¿Cómo es su musical?

R. Nos hemos basado en La caída de la casa Usher para componer una especie de megamix Poe, aunque la palabra es fea. Poe era muy sintético en sus cuentos; tenía esa idea del impulso continuo, la obsesión porque el lector no pudiera dejar el relato a medias. Nosotros, para confeccionar el espectáculo, hemos imaginado la manera en que los personajes han llegado a la situación que describe Poe. Hemos intentado establecer y ofrecer una historia coherente y respetuosa con el material original para aglutinar el conjunto. Hemos inventado bastante, incluso algún personaje.

P. Sin que deje de ser Poe.

R. Sería un éxito que nadie dijera que lo que hacemos no es Poe, aunque hablando en puridad no lo es: literalmente no hay apenas nada de Poe, de sus palabras. Lo único es una adaptación libre del poema El gusano vencedor, y algunas frases; pero el diálogo y las situaciones son nuevas. Es una obra derivada de Poe.

P. El esqueleto (parece oportuno llamarlo así) del montaje es La caída de la casa Usher.

R. La columna dorsal del guión. Los tres personajes principales, Madeline (Rosa Galindo), su hermano Roderick Usher (Roger Pera) y el amigo visitante (Miquel Fernández), son de ese relato. Y luego mezclamos cosas de El barril de amontillado, El pozo y el péndulo, El extraño caso del señor Valdemar, referencias a Ligeia, al Entierro prematuro, a poemas... Lo esencial es que La caída de la casa Usher nos brinda un personaje, el protagonista, con el que el espectador se identifica: llega a la mansión, se aleja de su mundo y entra en otro misterioso, en una región totalmente desconocida en la que rigen otras leyes, más allá de su espíritu racionalista.

P. En su versión el amor tiene un papel fundamental.

R. Yo creo que hay indicios en La caída de la casa Usher de un amor pasado entre el visitante y Lady Madeline. Entonces, proponemos que ese hombre trata de rescatar del reino de lo funerario y lúgubre a su amada, mientras las fuerzas de lo oscuro tratan de retenerla. Para Poe, esas fuerzas son muy seductoras. ¿Sabe?, me gustaría que Poe pudiera ver el espectáculo, pagaría por ello, por poder hablar con Poe.

P. En un día que estuviera sereno, porque agarraba cada una...

R. Bueno, yo creo que tenía una personalidad esquizofrénica, y el alcohol ejercía sobre él efectos demoledores por ello. Le bastaba un vaso de vino para ponerse como loco.

P. Fernando Savater dice en Poe y Stevenson, dos amores literarios (Límite, 2002) que puede admirarse a muchos escritores, pero a Poe hay que adorarle. No sé por qué, me parece que es su caso.

R. En nuestro Poe hay un amor incontrolable por Poe.

P. ¿Casan Poe y la música?

R. ¡Poe es muy musical! Él mismo decía que se sentía muy próximo a la música.

P. Quizá se refería más a Bach que a Broadway.

R. ¡Lo que nosotros hemos hecho no es nada Broadway! La música de Òscar Roig es un tributo a las formas artísticas del XIX, al romanticismo.

P. ¿Hay baile?

R. No, hay coreografía invisible, un tipo sutil de movimiento coreográfico.

P. Y no hay humor, ese humor fino de Dagoll Dagom.

R. No, porque en Poe no hay humor. Nuestro Poe, lo que tiene es mucha poesía.

P. ¿Hay una voluntad de reivindicar la lectura de Poe?

R. Absoluta. Hemos detectado en un sector de la intelectualidad, en Eduardo Mendoza, por ejemplo, una actitud condescendiente hacia Poe, de cierto menosprecio, como si fuera un autor baratito. Para nosotros es un autor esencial. Y además el escritor por el que se han iniciado en la lectura muchas personas. En la lectura y en ese tipo de misterios en torno a la muerte. Nos parece especialmente interesante ofrecerlo a un público joven, tan desasistido.

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