El efecto contagio
La crisis de Opening hace descender las matriculaciones de comienzos de curso en las academias de idiomas
De cada 100 españoles de entre 18 y 50 años, 3 estudian inglés. El sector de la enseñanza no reglada de idiomas se estructura a través de un duopolio: Opening y Wall Street. La primera matricula a 60.000 alumnos cada año; la segunda, a 50.000. Casi la totalidad de las matrículas se realizan a base de créditos al consumo. Entre las dos, concentran unos 150,25 millones de euros al año en créditos de este tipo y su facturación conjunta supone el 30% de un mercado, el de la enseñanza de idiomas, que registra una cifra global de negocio de más de 600 millones de euros.
Opening ha dejado en la calle a 45.000 alumnos de sus centros propios y a otros 40.000 de los centros franquiciados. Los primeros no tienen esperanza. Los segundos sólo un resquicio. Los franquiciados de Opening entrarán en el acuerdo establecido por la ministra de Sanidad y Consumo, Ana Pastor, para acoger a los estudiantes de Opening si reciben a cambio líneas de descuento y créditos blandos. Las franquiciadas, sin marca, sin la tecnología en red de la matriz y sin nuevos matriculados, están a punto de tirar la toalla.
Opening y Wall Street se reparten el 30% del mercado, con 110.000 alumnos
La crisis de Opening arrastra al resto de academias de idiomas: 'Las matrículas de septiembre han caído en todas las academias, más de la mitad en conjunto', según un directivo de la red de centros. La debacle amenaza no sólo al sector; sus consecuencias inciden en el enfriamiento general del consumo.
En 1996, Opening no existía. Tres años más tarde, en 1999, era un torpedo: facturaba entonces 15.000 millones de pesetas, atravesó su breack even como una exhalación y registró un beneficio de 600 millones. Pero la alegría duró poco. A finales de 2001 entró en crisis y un año después ya estaba condenada al fracaso, con una deuda con entidades financieras de 16.000 millones de pesetas. Éstas aguantaron hasta marzo de 2002 y después cortaron el grifo. Entonces empezó una negociación para la venta de Opening a Sylvan, una multinacional norteamericana del sector de la nueva economía cotizada en el Nasdaq y propietaria entonces de la red de academias Wall Street.
Sylvan sería el socio tecnológico y los bancos acreedores tomarían una participación a cuenta de una parte de la deuda, siempre que Instituto Catalán de Finanzas (ICF) de la Generalitat de Cataluña avalara la operación. El pasado 26 de julio la venta estaba cerrada, pero, al día siguiente, el 27 de julio, un suministrador, la empresa Viking, instó a la quiebra. Dos días después, Opening presentó la suspensión de pagos con un pasivo de 122,4 millones de euros (unos 20.000 millones de pesetas). La luz se apagó para siempre: Opening cerró sus 74 centros propios.
Entre el ascenso y la caída de Opening transcurrió un lustro. La red de centros de idiomas pertenecía a CEAC, líder español de la enseñanza a distancia, una empresa controlada por las familias barcelonesas Castro y Menal, que había recibido grandes subvenciones de la Generalitat destinadas a cursos de formación ocupacional.
Juan Antonio Martí Castro, ex presidente de CEAC, fallecido hace unos meses, era militante de Unió Democràtica de Catalunya (UDC) y miembro de la fundación Fecea, organizadora de los viajes del líder democristiano, Josep Antoni Duran Lleida. UDC se vio salpicada por el escándalo de financiación irregular sobre los fondos ocupacionales que concedía discrecionalmente el Departamento de Trabajo de la Generalitat, que siempre han recaído en UDC.
El pasado julio, en plena crisis de Opening, Planeta adquirió tres filiales del Grupo CEAC (Editorial CEAC, Centro de Estudios CEAC y Home English). Planeta entró en estas filiales a través de sendas ampliaciones de capital, que le permitieron pasar a controlar el 75% de cada una de estas empresas. La editorial compró una marca antes de la debacle. Se hizo con el control de CEAC, a excepción de Opening. Este mismo mes de septiembre, los accionistas del antiguo Grupo CEAC, las familias Menal y Castro, han cambiado el nombre de la empresa matriz de Opening, que ha pasado a llamarse Omitsend SA. Planeta, por tanto, libera a la marca CEAC de los efectos nocivos de la crisis.
La crisis de Opening tiene su origen en el rápido crecimiento, tras adquisiciones realizadas por encargo de su matriz CEAC por valor de 10.000 millones de pesetas sin que CEAC dispusiera de recursos para afrontarlas. Las operaciones fueron financiadas con créditos bancarios garantizados por Opening, lo que explica el fuerte endeudamiento.
La compañía presentará hoy mismo un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) en el Ministerio de Trabajo. El próximo viernes empezará la negociación sobre su aplicación. El ERE abre el camino para que los cerca de 900 trabajadores que continúan en la plantilla de Opening puedan cobrar las prestaciones por paro. Los representantes sindicales dan por hecho que presentará la quiebra esta misma semana.
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