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Bailando al ritmo del jazz más cálido

El público disfrutó con la música de Terry Callier y los Jazz Jamaica All Stars

Musicalmente la Mercè no pudo comenzar con mejor pie. Dos de los escenarios más tradicionales de la fiesta se llenaron el viernes por la noche de un público que parecía disfrutar y de una música tan rotunda como contagiosa. Mientras frente a la Catedral los Jazz Jamaica All Stars ponían a bailar a la concurrencia, Terry Callier recordaba en la apretujada plaza del Rei aquello de que la veteranía es un grado y ejercía su autoridad con tanta astucia como solvencia.

En la plaza del Rei no cabía ni un alma, hasta convertir en incómodo lo que prometía ser un acontecimiento. Callier es un veterano de la escena del blues-folk-soul olvidado durante años y felizmente recuperado por las necesidades de la mercadotecnia (en este caso los disc-jockeys británicos de acid jazz) de transformar lo antiguo en nuevo. Conserva Terry Callier su magnetismo escénico, sabe contar historias y hacerlas creíbles con un ritmo penetrante. Se presentó fiel a su guitarra acústica, pero acompañado de un pequeño y eficaz grupo. Blues y rhythm and blues con raíces folky y retazos de soul llenaron la humedad y el bochorno de la noche.

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No lejos de allí, en la plaza de la Catedral el panorama era muy distinto, pero igualmente caluroso. La plaza se llenó de un público eminentemente joven y con ganas de descubrir cosas y moverse con la música. No pudieron escoger mejor escenario, ya que la propuesta de la orquesta británica Jazz Jamaica All Stars es de las que combinan con mayor eficacia el mejor espíritu jazzístico con ritmos danzantes en los que se mezclaban todas las raíces del reggae. Hasta un tema de los Skatalites apareció en el repertorio de esta poderosa big band en la que los ecos de Duke Ellington y Charles Mingus se daban la mano con Bob Marley, y hasta podían permitirse pequeñas excentricidades, como interpretar Capullito de alhelí. Dieciocho músicos entre los que sobresalió la presencia de uno de los mejores saxofonistas europeos del momento: el británico Andy Sheppard. La tercera sorpresa (la primera fue el ritmo apabullante; la segunda, la presencia notable de Sheppard) fue, ya hacia el final del concierto, la aparición do la cantante británica Juliet Roberts, que se adaptó como un guante a la banda, o al revés, tanto da.

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