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ASAHI SHIMBUN | REVISTA DE PRENSA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Encarando un drama

Un dolor inimaginable e intolerable es lo que deben sentir los familiares de los secuestrados que durante años han mantenido la esperanza de que aún estuvieran vivos en algún lugar sus hijos, nietos, hermanos o hermanas. Ahora se ha desvanecido al conocer el trágico destino de ocho compatriotas japoneses secuestrados por Corea del Norte. Después de estar años y años negando la verdad, el líder norcoreano, Kim Jong Il, admitió que los secuestros fueron un hecho cierto y ofreció sus disculpas. (...) La opinión pública japonesa no aceptará dar por zanjado el incidente con la escasa información dada (...). Por encima de todo, Kim y las autoridades norcoreanas deben ofrecer un relato completo de los secuestros, todas sus circunstancias y el desarrollo de acontecimientos que desembocaron en la muerte de ocho de ellos. Aunque fuera cierto, como Kim le dijo a Koizumi, que una banda de impulsivos miembros de una agencia especial estuviera detrás de los hechos, la verdadera naturaleza de esos actos nos conduce a nada menos que un crimen de Estado. A menos que Corea del Norte (...) haga llegar a la comunidad internacional un claro propósito de erradicar ese pasado, además de pedir un sincero perdón, no podrá evadirse de su etiqueta de Estado que apoya el terrorismo. ¿Es necesario de verdad establecer relaciones diplomáticas con una nación tan irrespetuosa de la ley? Mucha gente creerá que no, (...) pero no es el momento de perder la compostura, (...) porque normalizar las relaciones con Pyongyang servirá a los intereses japoneses y dará estabilidad al noreste asiático. (...)

Tokio, 19 de septiembre

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