Ansia de desquite en el Roma
El Madrid, que fue recibido ayer en audiencia privada por el papa Juan Pablo II, quiere repetir su triunfo del 11-S
La venerable aparición del papa Juan Pablo II, encorvado sobre sí mismo, su voz apenas audible, sumergido en un sillón en su recóndita residencia veraniega de Castelgandolfo, a las afueras de Roma, paralizó ayer al Real Madrid en la víspera de enfrentarse al Roma en el estadio Olímpico (20.45, TVE-1). Nadie aplaudió al ver al Pontífice y el mismo silencio se registró cuando desapareció. Nadie cumplió con lo que, según los medios acreditados en el Vaticano, es parte del protocolo para saludar al anciano. No fue por falta de educación, sino, al parecer, por un exceso de reverencia. Roberto Carlos, Hierro, Figo, Raúl y Solari permanecieron, como casi todas las 65 personas de la expedición, medio estremecidos mientras el Papa emitía su discurso.
'Ésta es una gran ocasión para transmitir al mundo los elevados ideales humanos y espirituales del deporte (...), una ocasión idónea de diálogo y entendimiento entre los pueblos, para la construcción de la deseada civilización del amor', proclamó Juan Pablo II en español.
Florentino Pérez, que no se marchó de Castelgandolfo sin antes entregar al Pontífice un carné de socio del Madrid, se mostró emocionado tras clavar la rodilla en tierra para besar su mano. 'Hoy es una jornada histórica para el madridismo', enfatizó Pérez, que también ofreció a Juan Pablo II una réplica en miniatura del estadio Bernabéu. El directivo vio consumada de esta manera un acontecimiento cuya 'universalidad' garantiza algo que le tiene obsesionado: la difusión planetaria de la imagen del Madrid a través de personajes célebres como Figo, Zidane o Ronaldo. 'El Papa tiene carácter universal y el Real Madrid también', comentó antes de salir hacia Roma.
Zidane, que es musulmán, fue el único jugador que no besó la mano al Papa. Se le acercó y, en vez de arrodillarse, se la estrechó y sonrió. 'Ha sido una experiencia increíble', dijo después el francés.
A orillas del Tíber, el partido entre el Roma y el Madrid despierta unas espectativas enormes. Cerca de 75.000 espectadores llenarán el estadio Olímpico esta noche para presenciar lo que se anuncia como una revancha tras la derrota del Roma el año pasado, el 11 de septiembre, pocas horas después de los atentados terroristas contra Estados Unidos. 'Es una ocasión de rescatar nuestro juego tras el mal inicio del campeonato', comentó Fabio Capello, el técnico romanista; 'el Real es un club mítico, pero esta vez el Roma no va a pagar el precio del debú [el año pasado, el equipo romano disputó la Copa de Europa después de 17 temporadas fuera de la competición]'.
Capello, que, por estar sancionado, deberá ver el encuentro desde la grada, volvió a poner el acento en las bajas de su equipo -Lima, Totti y Batistuta- y dijo que quiere que sus jugadores tengan 'ganas de jugar y de vencer'.
Las bajas obligan a Capello a jugar con futbolistas que no son de su completo agrado, como Cassano y Montella. Este hecho, sin embargo, puede perjudicar al Madrid. Los suplentes son dos delanteros ligeros, temibles por su habilidad y con una gran capacidad para resolver jugadas de gol. Más insustituible que Batistuta como goleador resulta Totti como conductor del juego. Quizá esta función quedará para Guardiola, que jugará en el medio centro, circundado por Emerson y Tommasi.
El Madrid buscará el triunfo con su alineación habitual, con Guti y Raúl en punta y Cambiasso junto a Makelele.
Roma: Antonioli; Zebina, Samuel, Panucci; Cafú, Emerson, Tommasi, Guardiola, Candela; Cassano y Montella.
Real Madrid: Casillas; Salgado, Hierro, Helguera, Roberto Carlos; Figo, Makelele, Cambiasso, Zidane; Guti y Raúl.
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