La memoria de un trompetista
Los conciertos de Miles Davis en el Festival de jazz de Montreux, en una caja de 20 discos
'Su propuesta es un insulto a mi talento y al color de mi piel'. Así respondía Miles Davis en 1973 a un telegrama de Claude Nobs, director del Festival de Jazz de Montreux, para invitarle a tocar -por unos 5.000 dólares- en la población suiza a orillas del lago Leman. 'Le escribí una carta en la que le decía que lo último que quería era que se sintiese insultado y que él sabía lo mucho que yo lo admiraba. Incluí la lista de los artistas negros que habían tocado en el festival, que ocupaba cinco páginas, y una con los blancos en la que sólo había tres nombres: Herbie Mann, Bill Evans y Dave Brubeck. También le mandé el presupuesto completo con los cálculos detallados de todos los gastos. Y aceptó'.
Iba a ser el comienzo de una buena amistad. 'Soy la única persona en el mundo a la que ha dejado grabar todos sus conciertos', dice Nobs. The Complete Miles Davis at Montreux: 1973-1991, una caja con 20 discos -19 de ellos inéditos- en una edición limitada que publica estos días Columbia (Sony) en Estados Unidos y Japón, y durante el otoño Warner en Europa y América Latina, contiene los diez conciertos que Davis ofreció en Montreux, además de fotografías y dibujos del propio músico. Están presentes John Scofield, Dave Liebman, Al Foster, Kenny Garrett, Pete Cosey, Michael Henderson... e invitados sorpresa, como el saxofonista David Sanborn, el teclista George Duke o la cantante Chaka Khan. 'Por primera vez escuchamos al verdadero Miles Davis y no al que grabó en estudio con diferentes productores. Están todas las notas que tocó. No se ha alterado nada, ni se ha remasterizado'.
El hombre que señaló nuevos caminos al jazz en tres o cuatro ocasiones, el músico al que compararon con Picasso, hizo sonar su trompeta negra y dorada en sesiones de tarde y noche los años 1984 y 1985. Impresiona y fascina oír las mismas obras tocadas de forma tan distinta con intervalos de apenas dos horas. 'Eso demuestra el genio de Miles Davis', afirma Nobs.
Miles Dewey Davis (1926-1991) nunca quiso mirar hacia atrás. Sin embargo, unos meses antes de su muerte, aceptó regresar al pasado por una noche para tocar las partituras que Gil Evans había escrito para discos como Sketches of Spain, Miles ahead o Porgy & Bess. ¿Cómo le convencieron? Claude Nobs se ríe. 'Estábamos en Nueva York con Quincy Jones. Quincy le dio la lista de las canciones y él soltó: '¡Vaya! Va a ser jodidamente caro'.'Por qué, si ya está todo escrito', le dice Quincy. 'Pues, precisamente por eso, porque tengo que tocar todas las notas'.
El 8 de julio de 1991, con una orquesta de 46 músicos dirigida por Quincy Jones, un Miles Davis de salud ya frágil volvió la vista atrás. Impreso en el papel de cada entrada: L'èvènement (El acontecimiento). Claude Nobs lo recuerda con emoción: 'Tras el concierto se me acerca y me dice (imita la voz casi afónica de Miles Davis): '¿Sabes qué? Lo he hecho por ti. Sólo por ti'. 'Miles decía una cosa: 'Cuando me encuentro a alguien por primera vez, lo miro, y en diez segundos decido si voy a hablarle. Si no voy a dirigirle la palabra, no lo haré nunca'.
Nobs no expresa preferencias por un concierto concreto: 'Es cuestión de estado de ánimo. Si quiero algo un poco más agresivo será el de 1973. Para algo más melódico, el de 1991. El de 1986 es hermoso'. 'Puedo poner cualquier tema y siempre descubro algo nuevo', asegura. De propina se incluye el concierto que dio Miles Davis en Niza el 17 de julio de 1991. El 28 de septiembre moría en California.
En su chalé de Caux, a 1.100 metros de altura, con una vista impresionante sobre el lago, las montañas y Montreux, Nobs guarda en audio y vídeo 3.500 horas de música en directo. 'Lo tenemos todo grabado desde 1967. Es el testimonio más importante de la historia de la música americana. Lo sorprendente es que no esté en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos o en el Instituto Smithsoniano'.
Claude Nobs, al que el músico estadounidense regaló algunos de sus dibujos -'los hacía en los camerinos, en cualquier sitio, era algo espontáneo. Pintaba con rotuladores o grandes lápices de distintos colores'-, cree que estos discos 'van a confirmar que fue uno de los más grandes. Se habla de Coltrane, pero no creo que Coltrane haya tenido una evolución tan importante. Y se citan siempre los quintetos de Miles Davis, el famoso cuarteto. Los discos que hizo luego en los ochenta no son verdaderamente representativos de lo que era en escena, así que pienso que esta caja le va a colocar en un lugar esencial, no sólo en el jazz, también en el rock. En la historia de la música del siglo XX'.
Era un maestro del silencio. El teclista Joe Zawinul, que jugó un papel importante en las grabaciones de In a silent way y Bitches brew, discos que marcan el paso del trompetista a la electricidad, cuenta que salía al escenario y se quedaba quieto. 'Permanecía esperando. Como un tirachinas tensado. La música sonaba alrededor y él seguía esperando. Y de repente disparaba la nota precisa en el momento exacto'.
Babelia
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