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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La ruptura de Haider

Una cosa es estar en el poder y otra vociferar populismos desde un rincón. La coalición austriaca entre el conservador Partido Popular del canciller Wolfgang Schüssel y el Liberal de Jorg Haider, xenófobo de extrema derecha, se ha roto después de dos años y medio de Gobierno. La ruptura obliga a anticipar las elecciones, probablemente al mes de noviembre. Es la primera vez que un partido declaradamente impresentable como el de Haider entraba en un Gobierno de un país de la Unión Europea.

Entre bastidores, Haider, que no había querido ninguna de las cuatro carteras que ocupaba su partido, jurando que le bastaba con seguir como gobernador de la región federal de Carintia, ha visto menguar el apoyo popular en la misma medida en que sus correligionarios tenían que moderar su actuación desde el poder. Y, por ello, con la excusa de bajar los impuestos pese a los gastos a que se tiene que enfrentar el Estado tras las inundaciones de este verano, ha orquestado una rebelión de la vieja guardia contra la vicecanciller Susanne Riess-Passer y sus ministros liberales, obligándoles a dimitir y forzando nuevos comicios.

El Partido Popular cree tener grandes probabilidades de volver a formar Gobierno, aunque seguramente siempre en coalición. Ése sería el momento -como harían los socialdemócratas si ganaran- para dejar de complicarle la vida a Europa, que ya ha tenido que asimilar que en el Ejecutivo de Berlusconi estén los posfascistas de Fini y los ex racistas de Bossi. Schüssel no excluye volver a coligarse con liberales de buen comportamiento, pero existen otras posibilidades. Están los Verdes y, sobre todo, sigue disponible la vieja gran coalición entre populares y socialdemócratas.

Sólo Austria puede determinar la colocación de sus peones políticos, pero dos años y medio de un partido que no abjura de Hitler son más que suficientes. Aunque no sea lo mismo predicar que dar trigo, hacer populismo o gobernar, si los ex ministros liberales no son como los de Carintia, que cambien de casa.

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