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Crítica:FERIA DE VALLADOLID | LA LIDIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La fabricación del fraude

El infame ganado lidiado ayer supuso un nuevo engaño y otro desprecio a los aficionados. El daño va más allá. La reiterada lidia de la clase de ganado que se exhibió ayer supone una puñalada trapera a la fiesta de la emoción. La circunstancia no es casual. No se vaya a pensar.

El elenco de visionarios taurinos precisa para el comercial festejo que persiguen un nuevo especimen. Un animal disfrazado de toro, escaso de defensas por si por un causal se pudiera perjudicar a la Seguridad Social. Las fuerzas justas, que no aterrice en demasía, en evitación de protestas. Los aficionados no interesan. Otro requisito a extinguir es la bravura, la raza y la casta. No sea que las embestidas despierten en los tendidos emociones. Consensuado este producto por la jerarquía del taurinismo, la reproductora ganadera echa a funcionar la maquinaria para la fabricación en serie de fraudes.

Huebra / Cid, Castaño, Jiménez

Toros de Castillejo de Huebra, faltos de presencia, inválidos y desrazados; 2º y 3º devueltos; sobreros del mismo hierro, igual que los anteriores. Manuel Jesús El Cid: estocada (ovación y saludos); dos pinchazos, estocada (ovación y saludos). Javier Castaño: media estocada, descabello (ovación y saludos); media estocada, descabello (ovación y saludos). César Jiménez: pinchazo, estocada ladeada y trasera (ovación y saludos); cuatro pinchazos, media estocada (silencio). Plaza de Valladolid, 9 de septiembre, 3ª de feria. Menos de media entrada.

No fueron a la zaga los actuantes. Faltos de raza, de hambre de triunfo y sobrados de filigranas y posturitas fueron incapaces de añadir la emoción que le faltaba a la muruchada.

El Cid, tan fino y estilista como despegado. Mucho de pose y poco de acción.

Javier Castaño también evitó el ajustarse a la hora de interpretar. Aburrió.

César Jiménez, más entonado que sus compañeros. Alegre con el capote. Porfión más que interesante con la muleta. Sin estrecheces. Es la moda.

La afición, que bostezó durante todo el festejo porque no hubo nada interesante que aplaudir o agradecer, volvió a despedir a la presidencia con el ruego, a gritos, eso sí, el clásico '¡Toro, toro!'.

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