_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Memoria del 11-S

'El día 11 de septiembre de 2001 yo estaba en la calle, durmiendo debajo del puente de los trenes, que es donde vivo. Alguien salió gritando desde el mercado y nos despertó'. (Roy Bhagat, niño mendigo de Calcuta, India).

'Ese día me quitaron el coche y me dieron cien azotes en las afueras. Me acusaron de escuchar música y era mentira' (Mustafá Helmand, taxista de Kandahar).

'Yo me enteré muy tarde del atentado porque estaba trabajando. Lo hago desde que tengo ocho años: coso balones de fútbol y creo que me pagan bastante poco'. (Alí Ishaq, niño de Lahore, Pakistán).

'Cuando se estrelló el primer avión yo le estaba dando de comer a mi hermana, que no tiene manos. Se las cortaron a machetazos unos soldados, cuando entraron en la aldea. Mi padre dice que esta guerra es por culpa de unas minas de diamantes'. (Martha Makeni, adolescente de Bonthe, Sierra Leona).

'El día del ataque a las Torres Gemelas yo perdí mi pierna derecha. Venía por la carretera y pisé una mina. Han quitado muchas, pero tuve mala suerte'. (Maria Lucilia Pereira, madre de familia de Huambo, Angola).

'Yo estaba junto a la fosa común ese día. Voy muchas veces porque allí está, seguramente, el cadáver de mi esposa, que fue asesinada por los hutus, en 1994. Dicen que en esas matanzas murieron cuatrocientas mil personas, pero yo creo que fueron bastantes más.' (Thomas Yiba, anciano que vive en las orillas del lago Kivu, Ruanda).

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

'Me acuerdo bien: esa mañana empezamos o a reconstruir la casa que nos quemó la policía de Milosevic' (Fátima Elbasan, viuda de Prizren, Kosovo).

'Yo aquel día, no sé por qué, me acordé mucho de mi esposo, que fue asesinado hace diez años en el Quiché, de donde somos nosotros, indios que venimos de los mayas. Fue después de una huelga de campesinos'. (Adalberta Cabrera, viuda de Flores, Guatemala).

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_