Planeta
La panorámica cenital de la enorme columna de polvo al sur de Manhattan, captada por un satélite, se ha convertido en uno de los iconos del atentado que derribó las Torres Gemelas de Nueva York hace un año, con un saldo de 2.800 muertos. La fotografía resalta la escala planetaria del suceso que dañó un emblema de la sociedad urbana. Las imágenes de los satélites, difundidas en televisión por la meteorología, ofrecen miradas del mundo sobrecogedoras. La NASA las recopila en Internet con el título de Visible Earth. Las hay de la biosfera, la contaminación atmosférica, los océanos, los incendios forestales (como cicatrices que humean en la corteza terrestre), la erosión, los volcanes... Llaman la atención los mapas de intensidad lumínica en las ciudades. Europa y América del Norte, que brillan en la noche mundial (aunque en esta última la gradación decrece desde la costa este hacia el oeste), y la luciérnaga casi intolerable de Japón, en el oriente asiático, se imponen sobre un fondo de luces más tenues. 'Las áreas más brillantes de la Tierra son las más urbanizadas, aunque no necesariamente las más pobladas', advierte la agencia espacial, antes de señalar la perceptible telaraña del sistema interestatal de autopistas norteamericano; la línea que dibuja el ferrocarril Transiberiano desde Moscú, a través de Asia central, hasta Vladivostok, y la cicatriz brillante del Nilo en su tramo final. No pueden dejar de impactar al observador la oscuridad continental de África, -'Más de cien años después de la invención de la luz eléctrica, algunas regiones permanecen escasamente iluminadas', constata la NASA-, el manto de sombra de las selvas amazónicas y el agujero negro de Paquistán y Afganistán entre el suave fulgor de Irán y la India. En el sur europeo, de Almería a Roma, pasando por Valencia, Barcelona, Marsella, Lyón, Milán y Florencia, el litoral mediterráneo refulge como un arco voltaico sobre esa 'bañera de Ulises' que Emilio Garrido navega en su programa de Radio 3. A vista de astronauta, que es la distancia de una buena parte de la política del futuro, más que una metáfora, las luces y las sombras trazan una radiografia del planeta.
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