Desahogo ante Brasil

Para acabar con la resaca, nada mejor que un buen descanso y... a otra cosa. Pero, si el Mundial exige alinearse de a uno hasta el último día de la competición, nada mejor que tener enfrente a un rival manso y noble como Brasil, suficiente para mantener el partido algo tensado, pero sin exigencias fuera de contexto, y concluir por encima del séptimo puesto.

España ganó en la madrugada de ayer con autoridad y un abultado marcador que dice mucho sobre cómo se desarrolló el encuentro: 105-89. Fue la primera vez que superó los cien puntos y lo hizo con unos magníficos porcentajes de acierto en los tiros: del 60% en los de dos, de cerca del 50% en los de tres y, atención, del 90% en los libres con una serie de 37 aciertos de 41 lanzamientos. Un día antes, frente a Alemania, echó a perder su reacción del tercer cuarto al fallar cinco cuando se estaba decidiendo quién iba a pasar a las semifinales.

Aprisionado en la horquilla del quinto al octavo puesto, el cuadro español sacó fuerzas de flaqueza y, con un trabajo más profesional que entusiasta, demostró su neta superioridad sobre Brasil, al que ya había ganado en la segunda fase. El triunfo le permitió subir dos escalones. Perdido el tren de las semifinales, se jugaba esta madrugada el quinto puesto contra Estados Unidos, que derrotó a Puerto Rico por 84-74.

El ritmo de juego es esencial para el buen funcionamiento del grupo de Javier Imbroda. Si puede correr, alcanza una soltura ofensiva que le abre enormes perspectivas de victoria y le facilita las decisiones estratégicas. Brasil no supo cómo parar a Nacho López y Navarro. A partir de ese dato, crecieron las buenas sensaciones del equipo, que hasta disfrutó algunos minutos de un partido esencialmente ingrato. Gasol dejó notar su evidente superioridad sobre los pívots brasileños y todos hallaron las posiciones de lanzamiento idóneas que tanto les había costado encontrar el día anterior ante los germanos.