Esplendor y rarezas en la corte de Fahd
El monarca de Arabia Saudí y su séquito de miles de personas han convulsionado la vida de los vecinos de Marbella
Desde que el pasado miércoles 14 de agosto un anciano de 81 años aquejado de cataratas arribase con su bastón y su silla de ruedas al municipio de Marbella, la vida de muchos vecinos ha cambiado. Ya desde antes de que llegara el rey Fahd y de que su yate de cien metros de eslora y ocho de manga atracara en Puerto Banús, y antes de que sus miles de cortesanos -entre 1.000 y 3.000- se instalaran en Marbella, ya había cientos de personas a las puertas de su palacio esperando ser contratadas.
Hace tres años, la última vez que vino el rey Fahd, uno de los 145 hijos directos que el fundador de la dinastía saudí, Abdel Aziz al Saud, tuvo con sus 19 esposas, los salarios eran generosos. Y las propinas también.
'Como es suyo el dinero, que lo gaste en lo que quiera', dice la pastelera proveedora
'El otro día compraron 200 pares de zapatos', señala un portavoz de El Corte Inglés
Por eso, porque se sabe que las mujeres de la limpieza cobrarán unos 3.000 euros al mes y los conductores alrededor de 3.600, aún hay una veintena de personas esperando a las puertas día y noche.
El palacio, en medio de la noche, parece una inmensa corona flotando sobre el pueblo de Marbella. Pero sólo el perfume dulzón de las flores circula sin cortapisas y sin control entre el palacio y Marbella. Buena parte de las revistas, periódicos y televisiones de más prestigio de Europa ha pasado ya por Marbella intentando escrutar la vida del rey, de sus príncipes, princesas, secretarios, ayudantes... Sin embargo, las puertas de esta inmensa ciudadela que domina el horizonte marbellí permanecen selladas por decenas de policías españoles, vigilantes de compañías privadas y guardaespaldas árabes.
Por la mañana, cuando la mayoría de los habitantes de palacio reposa en sus aposentos, llegan los proveedores. Ellos son los más fervientes defensores del rey Fahd y de su estilo de vida. Entre ellos no se habla ni de integrismo, ni de si el régimen del rey en Arabia Saudí es más o menos dictatorial, ni de si está mal repartida la riqueza. El rey es el rey. Y punto.
José María Lavado, alias el Nene, el proveedor de pescado, dice que hay quien nace para rey y quien nace para trabajador, y hay que asumir las cosas sin envidias: 'Cada día les llevo cientos de kilos de pescado limpio y pelado, sin una espina. Tengo que contratar a gente para limpiarlo. Cuando me quedo sin existencias le compro a mis compañeros. Una noche tuve que salir a comprar langostas a los restaurantes a precio de carta. Pero es que a un rey no se le puede decir no hay'.
En la gente directamente beneficiada por la visita real es donde encuentra el rey árabe a sus mayores entusiastas. Gente como Javier, el encargado de la pizzería Picasso, en Puerto Banús, que asegura que el otro día un príncipe árabe, en una mesa de 10 personas, dejó una propina de 600 euros. 'Pero la propina de 300.000 pesetas (1.803 euros) que nos dejó ese príncipe en 1999 aún está por superar', añade el encargado.
La misma defensa apasionada se encuentra entre los empleados de la pastelería Goyo: 'De aquí les enviamos cada día unos 15 platos llenos de bombones y unas 25 tartas. Como es suyo el dinero, que lo gaste en lo que quiera', señala una encargada de la pastelería.
No obstante, la opinión generalizada de los comerciantes es que los tiempos de derroche generalizado pasaron a la historia. El Corte Inglés, uno de los grandes beneficiados en las cuatro visitas que el rey ha hecho a Marbella, también se apunta a la idea desmitificadora: 'Eso de que la tienda se cierra para atender a los árabes es una leyenda falsa', señala una portavoz del centro marbellí. 'Sí es verdad que se nota que ha llegado el rey, eso es cierto. El otro día, por ejemplo, encargaron 200 pares de zapatos. En revistas extranjeras se llevan entre 15.000 y 20.000 pesetas (entre 90 y 120 euros). Por cierto, que de las españolas creo que sólo compran el Hola. En toallas, de repente vienen y compran 17 juegos. Y en comida enviamos 10 o 15 carros diarios. Pero tampoco es para tanto'.
Miguel Gómez es el dueño de una de las principales joyerías de Marbella. Y también insiste en la idea de que no es para tanto. 'El otro día dijo un periodista en la radio que habían comprado 100 Rólex. Y no es cierto. Primero, porque ellos no suelen llevar esa marca. Y segundo, porque no suelen derrochar de esa manera. Saben perfectamente los precios de todo, qué está de moda y qué no. Son gente que viaja mucho, que están aquí y después en Nueva York o París. La gente ve que Marbella se llena de Mercedes cuando viene el rey Fahd y lo que no saben es que esos Mercedes los traen de Alemania y en régimen de alquiler. Los hombres suelen usar relojes de acero, de oro blanco o platino. A mí me han comprado 25 relojes Marbella, con diseño propio de mi joyería. Pero no es nada caro, valen 900 euros, unas 150.000 pesetas cada uno. Hombre, después ves cosas que entre los occidentales no es frecuente, eso es cierto. A un niño de 10 años le pueden comprar una pulsera de 2.400 o 3.600 euros, de acuerdo. Pero ya no es válido el estereotipo del árabe de hace 30 años'.
José Berrocal, el floristero de palacio, también intenta destruir el mito del despilfarro. 'Eso de que cada día les reponemos las flores no es cierto. Las flores se cambian una vez a la semana, aunque cuando vino el Rey de España, las cambiamos todas de nuevo porque ya llevaban tres días puestas. En cuanto a gustos, hay de todo. Hay princesas que sienten predilección por la Ikebana, que es una composición japonesa de flores de mucho contenido espiritual. Otras prefieren una cosa que se lleva mucho ahora que es la línea monocolor o de armonía, que pueden ser flores que van del amarillo hasta el naranja. A ellos les gusta mucho regalar flores, higos y dátiles. Y como hoy en día, compramos las flores a Holanda por Internet, no hay ningún problema, podemos meter en palacio hasta 120 arreglos por semana'.
Francisco, el encargado de la discoteca Olivia Valere, uno de los principales locales en la noche marbellí, también insiste en que corren demasiadas leyendas sobre el dinero de los árabes. 'Sí que es verdad que ellos son espléndidos con las propinas. Pero tampoco hay que exagerar. Suelen dejar propinas de 100 euros. Y tampoco es que gasten mucho. Si acaso dos o tres botellas en una noche, porque ellos tienen prohibido el alcohol, y más que nada las compran para invitados. En una noche se pueden gastar entre tres o cuatro unas 160.000 pesetas (961 euros). Hay clientes que gastan bastante más'.
El frutero José Quirós, propietario de frutas El Pinco, también se apunta a la idea de que no es oro todo lo que brilla. 'Unas semanas te compran 800.000 pesetas (4.808 euros) y a la otra nada. Y después son muy exigentes, ¿Eh? Te piden 1.000 kilos de sandías, se las llevan, las ven y se quedan con 200 kilos y te devuelven 800. Y todo lo quieren especial... los melocotones, las manzanas, los mangos de la India...'.
Son especiales, gastan menos de lo que gastaron en 1999... pero gastan. Y pagan. Nadie, ni proveedores ni contratados se queja en Marbella de que los saudíes no paguen. Y lo demás -que si dictadura o democracia, integrismo o aperturismo- no ocupa mucho espacio en las conversaciones.
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