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Reportaje:

La discreta riña de la sucesión

Soledad Gallego-Díaz

Viene un trimestre serio. Si en algo coinciden casi todos los políticos españoles, sea cual sea su color, es en que acaba de abrirse un curso político en el que los errores se pueden pagar caros. Todos citan la situación en el País Vasco como uno de los factores esenciales de este curso, pero, sobre todo, lo que perciben ya los políticos españoles es un fuerte aroma electoral: de aquí a enero, las maquinarias de los partidos tienen que ponerse a echar humo.

Se acercan unas elecciones municipales y autonómicas especialmente extrañas. Esta vez se la juega no sólo, como es habitual, el principal partido de la oposición, en este caso el PSOE, que tendrá que demostrar su pregonada resurrección, todavía no comprobada en las urnas, sino también, y por primera vez, los tres o cuatro hombres que compiten por la dirección del Partido Popular y que tienen pocos meses para enseñar, muy discretamente, que pueden ser los sucesores de José María Aznar.

Un sector del PP está lanzando la 'teoría del candidato emergente': la posibilidad de que surja después de las municipales un cuarto o quinto candidato
Si Alberto Ruiz-Gallardón consiguiera una buena victoria en las municipales de Madrid, algunos le incluirían de inmediato en la 'teoría del emergente'
El partido reprocharía toda la vida a Aznar la pérdida de la mayoría absoluta. Y tomaría un fracaso de su candidato también como un fracaso personal suyo
Cascos advierte que no deben aprovechar la campaña municipal para mejorar su popularidad, y asegura que los resultados influirán en la elección del sucesor
A Rodrigo Rato le molestó la irrupción de Adolfo Suárez en la batalla popular. Sus seguidores recelan de los movimientos de los antiguos 'ucedés'
Los tres vicesecretarios se esfuerzan por demostrarse un aprecio especial y bromean entre ellos con facilidad, pero no extienden ese trato a los 'emergentes'

Tanto el presidente del Gobierno como las treinta o cuarenta personas a las que pedirá opinión, llegado el momento, y los miles de militantes populares examinarán en las próximas semanas y meses a los posibles candidatos y su participación en la campaña. Los interesados creen que nada está decidido y que la situación es delicada. 'Todos los candidatos se están esforzando en demostrar al partido y al propio presidente Aznar que no están moviendo ficha personal alguna y que en este momento sólo cuentan las elecciones municipales. La discreción es fundamental, sobre todo para no despertar recelos de los seguidores de los otros candidatos o de los sectores del partido que simplemente quieren ser tenidos en cuenta en los equilibrios de poder, una vez que Aznar abandone la dirección', asegura un diputado, fiel seguidor de uno de los tres vicesecretarios del PP. 'Lo único que pasa', añade, 'es que unos políticos son más queridos o tienen más prestigio personal que otros, no sólo dentro del partido, sino entre los electores, que es lo que al final cuenta. Y eso nadie lo puede negar o ignorar, so pena de cometer suicidio'.

Rodrigo Rato, Jaime Mayor Oreja y Mariano Rajoy siguen siendo las alternativas más sólidas, según todos los sondeos internos. Pero un sector del partido se está encargando de lanzar la teoría del 'líder emergente', es decir, la posibilidad de que surja después de las municipales un cuarto o un quinto candidato.

'La teoría del emergente', explica un antiguo dirigente popular que sigue estando próximo a La Moncloa, 'se esgrime casi siempre más como una amenaza que como una solución en el caso, poco probable, de que todo llegara muy embrollado a 2004 e hiciera falta una reacción espectacular ante un Rodríguez Zapatero extraordinariamente crecido'.

Según su análisis, el objetivo no es tanto imponer a ese cuarto o quinto hombre de candidato a la sucesión como introducir ruido, mejorar posiciones y defender sus parcelas de control dentro del partido. 'Hay que tener en cuenta que José María Aznar no sólo deja la presidencia del Gobierno, sino también poco después la dirección del PP, y es lógico que sectores y personas que le han apoyado con toda lealtad y dedicación ejemplar quieran recuperar ahora algo de protagonismo ante su sucesor'.

Popularidad de Zapatero

El curso pasado acabó con sondeos de opinión que decían que el dirigente socialista José Luis Rodríguez Zapatero superaba los niveles de popularidad y aceptación de los políticos del PP. Nadie se lo tomó en el PP como una tragedia, aunque algunos admiten que sí con cierta preocupación.

'Lo que nos perjudica en todos esos sondeos es que nosotros todavía no tenemos candidato, no podemos ofrecer un punto de referencia para el futuro, alguien cuya cara se enfrente a la de José Luis Rodríguez Zapatero. No pasa nada grave, porque queda todavía mucho tiempo, pero es verdad que el no tener candidato nos está matando en los sondeos de opinión, incluso en los que hacemos nosotros', se lamenta un cargo popular.

Esta idea ha ido calando hasta el extremo de que algunas voces sugirieron este verano la posibilidad de adelantar algo la designación del candidato, prevista para otoño de 2003. La dirección del partido se apresuró a acallar esas voces y a asegurar que no habrá ningún acontecimiento antes de las municipales.

La importancia de las elecciones municipales y su efecto en la elección del candidato empieza a ser evidente. Quizá no tanto en sentido positivo como negativo. Por ejemplo, si Alberto Ruiz-Gallardón no ganara por mayoría absoluta la alcaldía de Madrid se despediría de sus aspiraciones políticas para el futuro. Pero si consiguiera una buena victoria en la capital, algunos le incluirían inmediatamente en la teoría del emergente. Y, desde luego, aumentarían sus posibilidades para 2008.

Jaime Mayor Oreja necesita también que el Partido Popular consiga un buen resultado en el País Vasco, lo que él mismo llama 'la municipalización de la alternativa'. Su caso es especial, dado que los comicios se van a celebrar en su zona en condiciones muy malas, pero aun así es seguro que un mal resultado, sin llegar a separarle de la carrera presidencial, le restaría muchas posibilidades. Llegada la hora, lo que más contará serán las posibilidades de cada candidato de volver a ganar las elecciones generales y de hacerlo por mayoría absoluta.

'Seguro que a Aznar le apetece que su sucesor no tenga tantos votos como él mismo tuvo', afirma un conocido militante popular cercano a La Moncloa. 'Seguro que piensa que todos son peores candidatos que él mismo, pero lo que es todavía más seguro es que no tomará ninguna decisión arbitraria. El presidente no quiere, de ninguna manera, que se pierda la mayoría absoluta porque sería también un fracaso personal suyo y porque el partido se lo reprocharía toda la vida. Además se estropearía todo su diseño político para los próximos años'. Por eso no cree que tenga muchas posibilidades la teoría del emergente o la idea de nombrar candidata a una mujer (Loyola de Palacio). El presidente, afirma, tiene que ir a seguro. 'Así, incluso si se perdiera la mayoría absoluta, nadie podría reprocharle nada'.

Otro asiduo de La Moncloa admite que es una situación curiosa: si gana el candidato del PP, comenta, gana el nuevo presidente; pero si pierde, pierde Aznar. Un importante asesor de uno de los candidatos comparte el análisis, pero añade: 'Quien le suceda tendrá también una posición difícil por dos cosas: porque aunque gane será muy improbable que se mantenga en el Gobierno más de cuatro años (serían 16 ininterrumpidos de hegemonía del PP) y porque, a poco que las cosas le vayan mal, todo el mundo en el partido pedirá que vuelva Aznar, por mucho que se haya retirado verdaderamente. Así que el sucesor tiene que ser alguien con carácter y con ganas porque tendrá que hacer frente a un escenario complicado'.

Acebes como posibilidad

El principal candidato para la teoría del emergente es Ángel Acebes, que ocupa actualmente una cartera, la de Interior, con mucha repercusión mediática y popularidad y que tiene además buenos apoyos en el PP, donde fue coordinador general bajo la dirección de Francisco Álvarez Cascos. Pero a Acebes le falta una cosa importante: el respeto que se tienen entre sí los tres vicesecretarios y que no extienden a nadie más.

'Acebes da el perfil, sin duda, incluso se parece a José María Aznar', afirma con algo de ironía un diputado muy próximo a uno de los candidatos clásicos. 'Pero no tiene presencia pública, y en estos meses el tema vasco va a ser tan importante que el protagonismo no va a estar en Interior, sino, sobre todo, en La Moncloa y en el propio País Vasco'.

Los tres vicesecretarios se esfuerzan por demostrar que se tienen un aprecio especial y bromean entre ellos sin dificultad. Rajoy comenta que frente a Rato y Mayor no tiene posibilidades, pero añade: 'Claro que si fueran a poner a un tonto, entonces...'. Mayor, por su parte, advierte a Rajoy que le encuentra en todas partes: 'Nunca estás el tiempo suficiente en un ministerio para quemarte, pero sabes estar donde hay que estar cuando hay que estar. Un genio'.

Hasta hace poco, los seguidores de Jaime Mayor Oreja y Mariano Rajoy reconocían en privado que el favorito era Rodrigo Rato. Ahora no están tan seguros: 'No hay manera de calcular en qué situación llegará Rato, la economía española y el enfrentamiento con los sindicatos, a otoño de 2003', explica un parlamentario que se declara 'neutral'.

Presencia de 'ucedés'

Rato, por su parte, comparte risas y alguna cena con sus compañeros, aunque sus seguidores afirman que no le hacen gracia los movimientos de antiguos ucedés a favor de Mayor. De hecho, el dirigente vasco recibió el recado y reaccionó inmeditamente a alguno de estos movimientos, como pequeñas reuniones de un puñado de diputados. Mayor le hizo llegar a Rato y le aseguró al propio Aznar que no tenía nada que ver.

La irrupción del ex presidente Adolfo Suárez en la batalla calificando a Rato de 'soberbio' y defendiendo públicamente la candidatura de Jaime Mayor Oreja sentó igual de mal al interesado que al antiguo secretario general y actual ministro de Fomento, Francisco Álvarez Cascos.

Cascos, como Rato, procede de la antigua AP y no tiene especial predilección por la historia de UCD. Y, como Rato, Cascos es también un personaje importante y respetado en el PP, no sólo por su trabajo actual, sino, sobre todo, por la dedicación y el esfuerzo que demostró en las épocas malas. Pase lo que pase, sea quien sea el sucesor de Aznar, el antiguo secretario general pretende seguir manteniendo su influencia en la organización.

El ministro de Fomento es además una de las pocas personas dentro del PP con suficiente carácter como para hacer frente al actual secretario general, Javier Arenas, defender su zona de influencia, especialmente ante la inmediata elaboración de las listas municipales, y expresar con bastante libertad sus opiniones. Como él mismo dice, 'en el PP se ha puesto muy caro hablar en público, pero eso no va conmigo'.

Efectivamente, Álvarez Cascos habla claro: no quiere que se mezcle la lucha por la sucesión de Aznar con la elaboración de las listas municipales, que debe ser materia orgánica y, en cuanto tal, consecuencia de los repartos de poder dentro del PP.

La lucha por la sucesión de Aznar, advierte, debe quedar paralizada hasta que se celebren las elecciones municipales. 'Ahora el tema de la sucesión, por mucha curiosidad que despierte entre nuestros propios militantes, es políticamente irrelevante', asegura.

Lo relevante será el resultado electoral: 'En España', explica Álvarez Cascos, 'todos los cambios políticos han empezado con un cambio en el mapa municipal'. Y en este tipo de comicios no es nunca tan decisivo el papel del líder 'nacional' como la propia organización del partido.

Influencia de Cascos

Además, Cascos opina que el resultado de los comicios puede, y debe, tener una gran influencia precisamente en la designación del candidato. No es lo mismo un resultado indiscutible que unos datos poco boyantes. Como buen conocedor del funcionamiento interno de un partido político, sabe que un mal resultado en las municipales llevaría a muchos cargos intermedios del PP a moverse contra quienes creyeran que habían sido responsables.

En definitiva, Álvarez Cascos advierte de que el Partido Popular, el sector que él representa, estará vigilante durante la campaña electoral de las municipales y valorará a cada candidato en función de su aportación a los 'intereses generales' y su 'congelación' como posible sucesor de Aznar. Y, sobre todo, controlará que la Secretaría General que dirige Javier Arenas no intervenga a favor de ningún candidato.

Es decir, que nadie aproveche las municipales para aumentar sus propios niveles de popularidad y aceptación electoral. Su opinión, pese a estar siempre formulada en términos personales, es compartida por un buen sector del Partido Popular y, sobre todo, por buena parte del grupo parlamentario.

Como todos los grupos parlamentarios, el popular parece siempre estar dormido y ser una balsa de aceite hasta que se acercan las elecciones y entonces comienzan a despertar los diferentes intereses.

José María Aznar, entre Mariano Rajoy, Jaime Mayor Oreja, Francisco Álvarez Cascos y Rodrigo Rato. En la fila superior, las ex ministras Anna Birulés y Celia Villalobos, y Jaume Matas.
José María Aznar, entre Mariano Rajoy, Jaime Mayor Oreja, Francisco Álvarez Cascos y Rodrigo Rato. En la fila superior, las ex ministras Anna Birulés y Celia Villalobos, y Jaume Matas.GORKA LEJARCEGI

El progresivo control del equipo de Zapatero

'SIEMPRE HABLAMOS de los tres candidatos a la sucesión de Aznar, cuando lo importante es que hay cuatro y que el cuarto es José Luis Rodríguez Zapatero', admite un miembro de la ejecutiva del PP. De momento, el líder socialista está razonablemente satisfecho con la situación en la que el PSOE arranca el curso, aunque admite que todo dependerá, de verdad, de los resultados que obtengan en su primera comparecencia ante las urnas: las municipales. 'De cómo lleguen las cosas a enero, de cómo lleguemos de tono, de moral y de ideas, dependerán las elecciones municipales y su efecto sobre 2004', reconoce el líder socialista. A finales de octubre se ha programado un acto al que la nueva dirección atribuye mucha importancia para conmemorar los 20 años de la primera victoria del PSOE y de Felipe González y empezar a reivindicar la historia reciente del partido y su gestión de gobierno. 'Lo importante es que el PSOE va a llegar a las municipales con un grado de cohesión desconocido desde hace diez años', asegura Zapatero. Es cierto que, desde el punto de vista interno, las cosas han cambiado bastante en los últimos meses. Ya nadie expresa sus discrepancias en alto, ni tan siquiera los más preocupados por la decisión de ilegalizar a Batasuna a través de una iniciativa parlamentaria. Hasta los socialistas catalanes parecen haber abierto una línea de colaboración más continuada y sólida. Y, sobre todo, se va afianzando la sensación de seguridad de algunos miembros del equipo. Cada vez que se publica un nuevo sondeo, los que afirmaban que Zapatero contaba con unos colaboradores poco preparados se hunden un poco más. La sensación de seguridad es patente en algunos miembros de la ejecutiva. Por ejemplo, Jesús Caldera. Siempre se le ha considerado el número 2, pero a raíz de su buen discurso en el pleno del Congreso sobre Batasuna, ha recibido un segundo espaldarazo. Algunos compañeros suyos mostraron incluso su desagrado por el hecho de que Felipe González acudiera sólo a votar y no se molestara en escuchar los argumentos del portavoz de su grupo. Caldera lleva además semanas comportándose también como portavoz del partido, aunque es un cargo que comparte con otros miembros de la ejecutiva y con José Blanco, el secretario de organización, en particular.

Álvarez Cascos: 'El PNV no ha cruzado ningún Rubicón irreversible'

LAS DISCREPANCIAS de Francisco Álvarez Cascos con los sectores de su partido que se muestran implacables con el PNV son bien conocidas. Cascos es un duro crítico de los nacionalistas vascos, a los que reprocha no haber hecho nunca lo que les correspondía en la lucha contra ETA. Pero al mismo tiempo siempre ha dicho que el nacionalismo vasco no era responsable 'ni por activa ni por pasiva' del terrorismo de ETA. 'Nunca les he metido en el mismo saco y nunca he pensado que acabar con ETA suponga acabar con el nacionalismo', asegura. 'No creo que se me pueda acusar de prejuicios en las relaciones con los adversarios políticos de signo nacionalista', explica Francisco Álvarez Cascos. 'Durante cuatro años acredité capacidad de entendimiento con ellos. Y desde esa posición, debo decir que siempre ha habido diferencias muy importantes sobre la política antiterrorista vista desde el PP y desde el nacionalismo'. 'He discrepado con el PNV y con sus actitudes de gobierno, primero con el lehendakari Ardanza y después con Ibarretxe, porque su policía ofrece unos resultados lamentables en la lucha antiterrorista, incluso diría que son insólitos por su inhibición en la lucha contra la kale borroka'. 'Y no es un problema de discapacitación, sino de dirección, y así lo reconocen los propios miembros de la policía vasca. Es una de las policías con más medios de Europa y con menos resultados. Para el PP, la función policial no depende del color del uniforme; para el PNV, sí. Es una diferencia sideral: es el PNV quien no cumple plenamente el Estatuto, y eso son hechos objetivables'. Según el ministro de Fomento, el PNV, su actual equipo de dirección, ha traicionado sus propios principios ideológicos al no apoyar la ilegalización de Batasuna. 'Espero que el PNV sea capaz de renovar su equipo, a fin de que respete su historia y su tradición', añade. Sin embargo, Cascos defiende que no se rompa el diálogo con el PNV. 'El diálogo no se debe perder nunca. Hay múltiples vías; si el grado de confrontación entre partidos es muy grande, habrá que buscar otras vías a través del grupo parlamentario o de cualquiera de las estructuras que tienen los partidos para esos cometidos, pero habrá que buscar la manera de no romper el contacto'. 'Por muchos errores que cometa el PNV, y los ha cometido', explica Álvarez Cascos, 'yo no le identificaré nunca con HB o con ETA. Pero ellos, aunque no tengan fe en la eficacia de las medidas que estamos adoptando, deberían respaldarlas por un problema de convicciones. Eso es importante. Tienen que salir del corralito en el que se han metido. No creo que el PNV haya cruzado ya ningún Rubicón que sea irreversible. Creo que es posible recapacitar. Darse cuenta de que no se puede cambiar votos por principios. Es una tontería que piense que puede acabar con ETA atrayéndose el voto de Batasuna. ETA no aspira a ganar las elecciones; no le importan los votos que tenga HB, lo que necesita es servirse de la organización para sus fines terroristas'.

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