Alan Greenspan reconoce que no pudo evitar la burbuja financiera
Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, alertó en diciembre de 1996 sobre la exuberancia irracional de los mercados, pero no pudo hacer nada más para evitar lo que luego demostró ser una burbuja artificial, según reconoció ayer. La única arma disponible para disuadir aquella especulación era el alza de los tipos de interés, que, de haber sido empleada, hubiese tenido fatídicas consecuencias para la economía, señaló en una convención de cerebros de la economía y las finanzas.
Aquel aviso de 1996 costó a Greenspan un chaparrón de críticas de quienes le preguntaban quién era él para oponerse a la intocable voluntad de los mercados y pretender influir sobre el valor de los acciones. La burbuja siguió creciendo hasta marzo de 2000, cuando el índice del Nasdaq llegó a los 5.132 puntos. Después, el globo se desplomó y el jueves estaba el índice en 1.336, un pérdida en torno al 75% de capitalización que se ha llevado por delante siete billones de dólares.
La pasividad de la Reserva Federal para disuadir esa inversión especulativa también provocó encendidas críticas. Greenspan respondió ayer a unos y otros: 'Reconocemos que, a pesar de nuestras sospechas, era muy difícil identificar con claridad la formación de una burbuja antes de tiempo, es decir, antes de que su estallido confirmara su existencia', señaló ayer el presidente del banco emisor al abrir una conferencia económica de dos días en Jackson Hole (Wyoming).
Una ilusión
'La idea de que un ajustado incremento de los tipos pudiera haber evitado la burbuja de finales de los noventa es casi con toda seguridad una ilusión', continuó, antes de echar mano de la historia para recordar que fuertes incrementos en el precio del dinero a finales de los ochenta y principios de los noventa apenas pudieron contener momentáneamente las ansias inversoras.
'Eso sugiere que fuera de un rápido incremento de los tipos a corto, que generan una significativa retracción económica, nada puede controlar una burbuja emergente', agregó. Pero la contracción de la actividad económica inducida por los nuevos tipos 'es precisamente el resultado que desearíamos evitar'.
En consecuencia, nada se pudo hacer y tampoco se podrá evitar la repetición del fenómeno, si así lo llegan a querer los inversores. 'No está nada claro que tengamos, o seamos capaces de conseguir, los medios para predecir la existencia de una burbuja. A falta de ellos, me resulta difícil concebir un grado de certidumbre en el banco central que justifique las medidas de control previo necesarias para neutralizar una burbuja'. Greenspan no aludió en sus discurso a la actual situación económica ni a la posible evolución de los tipos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.