La última gran aventura

El reciente caso del buque científico ruso atrapado entre los hielos antárticos guarda una rara relación con un caso anterior, el del Endurance, el buque con el que sir Ernest Shackleton pretendió, en vísperas de la I Guerra Mundial, atravesar la Antártida con los rudimentarios medios de la época. Una de las últimas grandes gestas exploratorias en un mundo en el que ya no cabían los viajes románticos, como se encargó de demostrar la hecatombe guerrera en ciernes, la de Shackleton estaba condenada al fracaso, pero reunió, en su extraña resolución, todos los elementos necesarios para acuñar la leyenda de la tenacidad de una tripulación que, salvo alguna baja accidental, logró sobrevivir en lo más crudo del invierno austral.

Es mérito del documentalista George Butler haber intuido que la historia de Shackleton y su tripulación, su increíble supervivencia de 22 meses, tenía los alicientes de la epopeya, y sin necesidad de una costosa reconstrucción de época a la manera, por ejemplo, de la notable (pero mucho más cara) El vuelo del águila, de Jan Troell, que contaba parecidas desventuras, aunque en el continente ártico, daba para una producción con todos los ingredientes de la ficción: suspense, acción heroica, condiciones salvajemente contrarias, interés por el desarrollo de la peripecia, que al fin y al cabo, es desconocida por el gran público.

Con un puñado de entrevistas con descendientes de los participantes, más las imágenes, foto y cinematográficas, impresionadas por los propios participantes, y con considerable astucia en la mesa de montaje, Butler propone una historia bigger than life, de esas que tanto gustan al más efectivo y tradicional cine de aventuras, que es a lo que más se parece la película. Tiene algunos momentos de circunstancial caída del interés.