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Reportaje:BAÑOS ÁRABES DE GRANADA

El agua como placer

El Bañuelo, del siglo XI, o los baños de Comares y del Polinario, ambos construidos en la Alhambra en el siglo XIV, son algunos de los ejemplos de una costumbre y una arquitectura que los musulmanes instauraron en Granada en su época de mayor esplendor. Pero la ciudad, hoy, ofrece no sólo la posibilidad de contemplar restos de la cultura nazarí, sino de disfrutarla por un rato en uno de esos baños o hamman como se hacía en su época.

El establecimiento público donde hombres y mujeres por separado acudían a darse un baño fue uno de los elementos más importantes de la cultura nazarí. El hamman se convirtió en un lugar de encuentro social, que servía tanto para la limpieza del cuerpo y del alma como para el fomento de las relaciones.

Actualmente hay en la ciudad dos establecimientos en los que se recrea esa tradición de la cultura árabe. Lejos de ser una piscina convencional, estos baños poseen distintas estancias con aguas a distintas temperaturas, zonas de relajación y masajistas que con decenas de esencias contribuyen a mejorar el estado corporal de los bañistas.

'Este tipo de baño es muy beneficioso para la salud porque activa la circulación pero lo que más nos interesa es hacer volar la imaginación del visitante', explica Gerardo Checa, responsable de los baños Hamman. Para ello, los baños se han construido al más puro estilo nazarí con muros alicatados de cerámica tradicional, estancias separadas por arcos y columnas y techos abovedados y con lucernas que componen otro de los elementos fundamentales del baño, la iluminación. La tenue luz, el rumor del agua de las fuentes y la bruma del vapor crean un ambiente en el que no es difícil viajar con la imaginación a otro tiempo.

El 90% de los clientes del baño son turistas y, según explica Checa, acuden a este establecimiento porque han visto en la ciudad multitud de restos de la cultura nazarí y quieren participar de ella y disfrutar de uno de los placeres que los árabes crearon.

La creciente demanda de este original servicio ha permitido que se abriera hace menos de un mes otro baño en el casco histórico de la ciudad, El Aljibe de San Miguel. Sus siete piscinas recrean distintos entornos de estética andalusí.

El primer paso es la ducha. El bañista elige después si sumergirse directamente en el agua caliente (entre 35 y 39 grados) o en la fría (18 grados). En el tiempo que dura el baño es necesario ir combinando ambas temperaturas en función de lo que pida el propio cuerpo, ya que el agua caliente y en general el ambiente de esta estancia, provocan bajadas de tensión que se compensan rápidamente con el agua fría.

La entrada de los cristianos en Granada provocó el declive y la desaparición de los baños árabes, de los que se cree que llegaron a funcionar unos 300 en un mismo momento en el casco histórico de la ciudad. Se convirtieron en un lugar peligroso desde el punto de vista político, pues los árabes podían reunirse y hablar sin tapujos allí. Aunque como elemento un tanto exótico, Granada ha recuperado cinco siglos después la sabia utilización del agua.

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