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Reportaje:

Entre la boca y la batidora

El Museo Almirez recoge, en Les Coves de Vinromà, más de 300 variaciones de morteros, utilizados desde la prehistoria

María Fabra

Juan Luis Arsuaga, uno de los tres descubridores del Hombre de Atapuerca, dijo: 'El primer mortero de la humanidad es la boca humana'. Éste es uno de los datos que Vicent Garcés Julve recoge en su Tratado del almirez, un libro en el que cuenta más de veinte años de trabajo entorno a este utensilio al que ha dedicado un museo con más de 300 ejemplares de diferentes épocas.

La diferencia entre el almirez y el mortero estriba en su material, aunque la utilidad siempre ha sido la misma. Cerámica, madera, barro cocido, cristal, mármol, piedra, bronce y hierro son algunos de los elementos utilizados para la fabricación de morteros que, según el diccionario, es un utensilio, a manera de vaso, que sirve para machacar en él especias, semillas, drogas, etc.

Es un utensilio, a manera de vaso, que sirve para machacar especias, semillas, drogas
La estrella del museo, por su valor, es un alto y elegante almirez del siglo XII

El Museo Almirez de la población castellonense de Les Coves de Vinromà hace un recorrido por los dos campos en los que más se ha utilizado el mortero: La cocina y la farmacia. Como almirez, en ocasiones, ha servido también como instrumento musical, en un ejemplo de adaptación de útiles caseros o de trabajo a usos musicales, igual que se utilizaron calderos, tapaderas, o guadañas. Pero en el museo se trata fundamentalmente el uso de este instrumento en materia culinaria y de botica.

Almirez es una palabra que proviene del árabe, mientras que mortero proviene del latín, aunque los significados son los mismos. Garcés justifica su 'obsesión' argumentando: 'Como amante de la historia y de las humanidades, siempre quise buscar una pieza con la cual seguir la huella del hombre a través de los tiempos y di con la boca, primer mortero y desde ahí hasta el turmix'.

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El atractivo del museo no acaba en su originalidad, sino que ahí sólo empieza ya que, realmente, se puede comprobar el paso del tiempo a través de este utensilio. Su creador comenzó a visitar el Barranco de la Valltorta, un enclave donde se encuentran pinturas rupestres de reconocido valor histórico-artístico y que recientemente ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad.

'Así pues, a través del estudio de las primeras poblaciones, los cazadores del Paleolítico, habitantes trogloditas del Barranco de la Valltorta pasando por las culturas de Roma, China o Egipto llegamos a conocer lo más elemental de nuestros morteros y almireces, siguiendo la huella del hombre a través de los tiempos. Ese es nuestro propósito específico, el cual plasma materialmente en un pequeño recipiente la aventura humana, conocer la aventura de la humanidad es... conocernos a nosotros mismos, porque el que ignora su historia, corre el riesgo de perder su pasado', señala en su libro.

Los primeros morteros no fueron utensilios independientes, sino que los prehistóricos utilizaban oquedades para machar y triturar hierbas, plantas y raíces. También fueron aprovechadas las concavidades naturales para la mezcla de sus pinturas.

Después llegó el utensilio como tal, de los que el museo exhibe una pieza, realizada con madera de olivo que, pese a que debido al desgaste ya no presenta base, guarda una forma semejante a los actuales. Una de las plantas del museo está dedicada íntegramente al uso que las boticas dieron a los morteros para la elaboración de fórmulas magistrales. Las bases de estas piezas acogieron muelas y pieles de serpientes.

Sin embargo, la estrella del edificio, también por su valor, es un alto y elegante almirez del siglo XII, muy alejado de otras piezas, muy trabajadas, pero utilizadas como mero objeto decorativo.

Vicent Garcés ha recorrido medio mundo buscando, cambiando y comprando morteros. 'Recorrí famosas pinacotecas, rutas arquitectónicas y una gran infinidad de pasajes', explica en su Tratado del almirez. Todo para estudiar uno de los utensilios de la única rama de homínidos que ha poblado la tierra y que sobrevive en ella.

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