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Crónica:CULTURA Y ESPECTÁCULOS
Crónica
Texto informativo con interpretación

'Carmen', un ballet víctima de los tópicos

El tema de la seductora cigarrera sevillana ha encandilado desde el siglo XIX a compositores y coreógrafos. Petipa fue uno de los primeros en llevar a escena un ballet con el tema de Carmen, basado en su lectura juvenil de la novela de Merimée (publicada en 1845), y lo hizo en Madrid con el título de Carmen y su toreador ese mismo año. La combinación Merimée-Bizet creó un estereotipo que poco a poco se ha vulgarizado y se hace casi irreconocible.

Ya en los tiempos modernos, los tres ballets sobre Carmen más importantes y que se salvan de los tópicos son los de Roland Petit (1949), con decorados de Clavé; el de Alberto Alonso en Moscú, creado para Maya Plisetskaia (1967), y la de Antonio Gades, que existe gracias a un guión y un filme precedentes creados junto al cineasta Carlos Saura. John Cranko, en 1971 en Sttutgart, hizo su Carmen tratando de sacarla de tales lugares comunes, y Mats Ek, en 1992, dio una visión casi humorística que inmortalizó la bailarina zaragozana Ana Laguna y que le mereció el Premio Nacional de Danza.

La madrileña María Carrasco presentó anteayer en el Patio del Cuartel del Conde Duque su Carmen, y poco hay de original en su versión, que reúne lo más conocido y visto en unas secuencias poco elaboradas y puestas al servicio de su baile protagonista, al que se puede calificar de correcto. Los bailes de conjunto resultan rutinarios.

La propuesta de Carrasco arranca con una escena que es como si te contaran el final de la película: Don José es ajusticiado en el garrote vil y pasa un cortejo con Carmen envuelta en una mortaja de volantes. La música alterna partes originales de Bizet con flamenco en directo donde había guitarras y cajas. La escenografía y el vestuario tampoco son los que merece un espectáculo de fuste. El decorado acude a algunos elementos realistas anticuados y los trajes son rudimentariamente presentados sin apenas rigor cronológico.

María Carrasco ofrece un baile ciertamente voluntarioso, pero de poco peso específico. Así, a pesar de su buena estampa física, sus solos no convencen, y su papel de seductora (que es al mismo tiempo el eje argumental) apenas llega al público, que apenas ocupó la mitad del aforo.

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