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Tinto de verano | GENTE
Columna
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Lluvia de estrellas

Elvira Lindo

Yo conocí a mi Paquito Valladares cuando era muy pequeña, o sea, cuando tenía veintitantos años. Mi Paquito y yo salíamos todas las tardes de Prado de Rey, donde trabajábamos haciendo el payaso, y cruzábamos la Casa de Campo. Fíjense si hace tiempo que aún no había llegado la prostitución internacional. Entonces sólo había unas jaquetonas de andar por casa y un putorcio al que llamábamos Manolo. Manolo llevaba minifalda el pobre y todo el pelo se le concentraba en las piernas, porque en la cabeza Manolo andaba más bien escaso, tenía unas cacho entradas el hombre que le daba un aire, ahora que lo pienso, a Juan José Lucas. Con las mismas cejillas esas que tiene Lucas, que se le caen para abajo, pues igualito Manolo. Mi Paquito y yo íbamos cantando en el coche canciones de revista: 'No me gustan los hombres por guapos, / ni que tengan un tipo cañón; / el que lleven el pelo ondulado / no ha llegado a llamar mi atención. / Solamente una cosa hay en ellos / que a mí me hace una gran ilusión, / solamente una cosa, ¡una sólo!, / y es que tengan de nombre Ramón', y cuando veíamos a Manolo tocábamos el pito y Manolo nos saludaba levantando el bolso (a Manolo le hubiera pegado más la riñonera). Pero un día Manolo desapareció y el mundo cambió radicalmente: Manolo dejó la calle y yo dejé la tele, llegó la prostitución extranjera, vino la Expo, Curro, la Infanta se emocionó viendo a su hermano en las Olimpiadas casi tanto como viendo a Bustamante en Las Ventas, y yo me quise hacer escritora de culto. El mundo dio un vuelco, sí, y todo eso por culpa de Manolo. Coño, Manolo, qué poderío. Manolo era como la conjunción de los astros. Así lo veo yo. Paquito lo ve igual. ¿Qué hubiera sido de nuestra vida si Manolo hubiera seguido de puta? Tal vez yo no estaría aquí. Ahora seguiría en los medios, como Leticia Sabater o más.

Es el único hombre que conozco que ha hecho revista, y eso me arrebata

Lo que sí permanece es la amistad con Paquito. Es que es el único hombre que conozco que ha hecho revista, y eso me arrebata. Todos los agostos, mi Paquito nos invita a cenar. Nosotros sabemos que es por su cumpleaños, pero ese tema no se toca. Es doloroso. Cuando yo conocí a Paquito, él era muchísimo mayor que yo, pero ahora yo me estoy haciendo mucho mayor que él. España envejece, y Paquito, tan fresco. Aunque la otra noche me tranquilizó; me dijo que de momento no me tenía que retocar nada, que dentro de un año, cuando me hiciera falta, con las mismas, me lo diría. Y Paquito no sólo no miente, sino que, si hace falta, te acompaña hasta el quirófano. Ya lo ha hecho por otras.

Fuimos a un restaurante que hay por aquí de gambas que para que te den mesa tienes que llamar un mes antes, como al restaurante de Robert De Niro en Nueva York. Pero mi Paco llamó al Emporio de la Gamba y le dijeron que para él lo que hiciera falta, y entramos al Emporio bajo palio. En eso se diferencia un escritor-a de mi Paquito, que él es famoso de los que consiguen mesa. Luego vino a casa y me dijo: 'Pues tampoco está tan mal la casita, hija'. Le entraron melancolías de cómico antiguo y nos contó que, cuando era pequeño, era tan pobre que en la noria de Narváez le dejaban montarse de contrapeso porque tenía un culo importante, y en los caballitos le dejaban empujar. Cuando Paquito era niño, los carruseles no tenían motor. El otro día, yendo a Tele 5, Paquito vio la noria en la que hacía de contrapeso en un descampado. Se sintió como Charlton Heston ante la Estatua de la Libertad en El planeta de los simios. Son hechos que te marcan. Como cuando Manolo nos dejó.

Luego, mirando la lluvia de estrellas, me dijo que nunca le sacaban en EL PAÍS porque no es un moderno de La Fura del Baus. Y le dije, Paquito, ya te saco yo. Luego me preguntó: '¿Tú, de qué te quieres morir?'. Yo le dije: 'No sé; así, de pronto...'. Y él me dijo: 'Yo, de un infarto, porque no te deformas'. Lo encuentro ideal.

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Sobre la firma

Elvira Lindo
Es escritora y guionista. Trabajó en RNE toda la década de los 80. Ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por 'Los Trapos Sucios' y el Biblioteca Breve por 'Una palabra tuya'. Otras novelas suyas son: 'Lo que me queda por vivir' y 'A corazón abierto'. Su último libro es 'En la boca del lobo'. Colabora en EL PAÍS y la Cadena SER.

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