La burocracia, contra Glory Alozie
Indignación española por el anuncio, sin decisión oficial aún, de la descalificación de la atleta en los Europeos de Viena
José María Odriozola, presidente de la Federación Española de Atletismo (RFEA), mostró ayer su indignación por el anuncio durante la reunión de Zúrich, el viernes, de la descalificación de la vallista Glory Alozie, ganadora de los 60 metros vallas en los Europeos de pista cubierta de Viena el pasado mes de marzo. Istvan Gyulai, secretario general de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF), dio por hecha la retirada de la medalla de oro de la atleta porque en aquel momento no tenía el permiso de la federación nigeriana, sin el cual no podía competir como española. 'No es de recibo que lo diga públicamente', comentó Odriozola, 'cuando ni es el portavoz ni hay nada decidido hasta la reunión del Consejo de la IAAF el próximo mes de noviembre, en Montecarlo. Glory participó porque se daban las condiciones'´, añadió.
Glory Alozie vive entre las alegrías y las tristezas. La atleta nigeriana nacionalizada española en julio de 2001 parece predestinada a sufrir un golpe por cada éxito que consigue. Tocó fondo en Sydney, cuando poco antes de los Juegos Olímpicos de 2000, su novio murió atropellado por un automóvil. A pesar de todo, ganó para Nigeria su última medalla de plata. Pero su nuevo mundo ya estaba en España y en Valencia, concretamente, donde ya se entrenaba con Rafael Blanquer, que ha incorporado a su grupo a otros atletas de categoría, como Yago Lamela o Niurka Montalvo, la saltadora que sí sufrió la intransigencia de la federación cubana impidiéndola participar en Sydney, como al waterpolista Iván Pérez.
Glory tuvo el pasaporte español en julio de 2001. Según las normas de la IAAF, que ya son iguales a las del Comité Olímpico Internacional, un deportista puede competir para un nuevo país cuando han pasado tres años desde la última vez que lo hizo con el de origen, o un solo año si hay acuerdo entre las dos federaciones -caso que afectó a Niurka al no haberlo-. Glory se perdió los Mundiales de Lisboa y de Edmonton, en 2001, porque ni siquiera había pasado el año desde Sydney, y en septiembre, justamente a los 12 meses de su última participación como nigeriana en los Juegos Olímpicos de 2000, la RFEA escribió a la africana, con la que mantiene unas relaciones normales -no como en el caso cubano-, para pedir el plácet. Incluso en octubre, en Moscú, la secretaria general de la federación nigeriana dijo que no había problemas. Pero la insufrible burocracia de aquel país, adobada con un cambio de presidente y el fallecimiento en accidente de aviación del ministro de deportes en aquellos momentos, retrasaron aún más la contestación. En enero, Glory, que tiene buenas relaciones con su antiguo país, incluso habló con el nuevo presidente, que también le dio buenas palabras. Pero no escribió. Ante el silencio administrativo por escrito y el permiso tácito verbal, la RFEA inscribió a Glory en Viena, porque era una baza segura de victoria, como así sucedió.
Un mes después, en abril, en el Consejo de la IAAF de Nairobi, se llegó a tratar el asunto durante una hora y media. Y hasta el representante francés -el más favorecido en caso de descalificación de Glory, pues sus atletas Linda Ferga, plata, y Patricia Girard, cuarta, pasarían a oro y bronce-, dijo que no se podía estar esperando eternamente una contestación. Entonces, se dio un mes de plazo y Nigeria, que seguía con su caos, escribió diciendo que no podían decir aún nada. Sólo el 24 de junio, con el tiempo justo para la Copa de Europa de Sevilla -algo que sí ha reconocido Gyulai- llegó el permiso, por lo que la situación de Glory quedó ya completamente regularizada y su nueva medalla de oro en los Europeos al aire libre de este mes en Múnich, es indiscutible.
Pero su caso aún coleaba por lo de Viena y en el anterior Consejo de julio, en París, volvió a tratarse. Ya ahí el presidente de la IAAF, el senegalés Lamine Diack, se negó a aceptar la solución de que la contestación nigeriana sirviera con efecto retroactivo, como el propio secretario general Gyulai había señalado en una carta. El asunto se traspasó al Consejo de la Asociación Europea, que no se mojó, y por ello será el Consejo de la IAAF el que deba decidir en noviembre. Lo componen 27 miembros, uno de ellos Odriozola, y Gyulai no tiene derecho a voto.
'Tendré que aceptar democráticamente la decisión, y hay miembros a favor, pero hasta ese momento no se puede hablar de descalificación', comenta Odriozola. 'Y dependiendo de lo que ocurra estamos dispuestos a llegar hasta el Tribunal Arbitral del Deporte, si es necesario, porque tenemos toda la documentación de que no ha habido mala fe, sólo ahora la de Gyulai, y sí mucha burocracia'.
Odriozola lamenta, sobre todo, que Glory Alozie, tan buena atleta como persona, sea la afectada. Tanto ella, como Rafael Blanquer, su entrenador, se remiten a que es un simple problema burocrático y que los comentarios de Gyulai no tienen ningún valor oficial. 'Todo sigue exactamente igual y la descalificación sería una estupidez, porque si hubiera habido alguna pega Glory no hubiera participado en Viena', dijo Blanquer.
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