Mirar la luna con otros ojos

Durante tres o cuatro días al mes, la luna está más cerca de Granada. Son los días que el Parque de las Ciencias, el museo más visitado de Andalucía, programa para hacer una visita nocturna guiada primero a su Planetario y, un tiempo más tarde, al observatorio. Desde allí, el público asistente puede contemplar la luna como si sólo se encontrara a unos cientos de kilómetros de su superficie, analizar sus cráteres, ver su perfil, mirar el satélite con ojos nuevos y descubrir, en el fondo, la belleza de la astronomía.

Son sólo tres o cuatro días al mes porque son en los que la luna presenta su cuarto creciente, con una inclinación de los rayos del sol que permite ver el perfil de los cráteres. 'Con luna llena', explica Roberto Sánchez, físico, y uno de los monitores de la visita, 'la luz sobre la superficie es tan fuerte que incomoda a la vista y, además, no permite contemplar los cráteres ni los detalles'. El pasado jueves se iniciaron las visitas, que concluirán esta noche. Para asistir al espectáculo, que cuesta algo más de tres euros por persona, tan sólo basta con telefonear al parque y pedir una reserva por anticipado.

'Suelen venir grupos de en torno a 30 personas', añade Sánchez. 'Después de una pequeña introducción sobre astronomía en el Planetario, vamos al observatorio para que puedan contemplar en vivo, a través de telescopios, el cielo que hay cada noche'.

En una sesión de media hora que comienza a las diez de la noche en el Planetario, con un cielo simulado mucho más hermoso incluso que el real, los visitantes aprenden a identificar estrellas y constelaciones que, momentos más tarde, les permitirán guiarse desde la azotea del observatorio.

Es allí, en el observatorio, donde los visitantes empiezan a sentirse fascinados. A través de un telescopio Stevenson con una lente de 75 centímetros de 1940, los asistentes ven en una pantalla de televisión los detalles de la luna, el lugar en el Mar de la Tranquilidad, por ejemplo, en el que alunizaron Neil Armstrong y Buzz Aldrin, los primeros hombres sobre el satélite. El público puede mover el telescopio a su antojo para ir descubriendo el crater Tyccho, el Océano de las Tormentas o los cráteres que, en la época de Al-Ándalus, bautizaron astrónomos andaluces. 'Se trata de una actividad que hacemos para personas que no están iniciadas en la astronomía', añade Sánchez. 'Queremos despertar su curiosidad'.

Otro monitor, Enrique Herrera, astrónomo, ayuda, tras la contemplación lunar, a que el público pueda utilizar otros tres o cuatro telescopios más, esta vez de menor tamaño, en la azotea del observatorio y aprendan a descubrir por sí mismos estrellas y constelaciones. Responden con rigor científico, pero con un lenguaje ameno, a cualquier curiosidad y pregunta que hacen los visitantes, explican el movimiento rotatorio y traslatorio de la Tierra que hace posible cada noche un cielo diferente y ayudan a que los asistentes descubran por su propia lógica respuestas a preguntas como por qué sólo vemos una cara de la luna o por qué tiene ese aspecto agujereado. Una hora y media después, a la luna ya se la mira con otros ojos.