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El caso del gato Simbotas / 14 | INTRIGA EN LA MONCLOA

En busca del Presidente

61 -Le recibiré después del desayuno -me decía Aznar en el teléfono-, bien merecido, por cierto, tras hora y media de deporte. Yo corro más que Bush y más que muchos. No soy como otros, que entraron en la Moncloa delgados y salieron fondones. Yo, como dijo Machado, me iré ligero, de equipaje y de tripa. ¡Anaaa! Tienes que recordarme que le pidamos a este Comosellame Gimferrer que venga a recitarnos unos poemitas. ¿Por dónde iba, quién es usted, con quién hablo? ¿Nadie tiene respuestas? ¡Estoy rodeado de inútiles! Por fortuna, jamás pierdo la calma.

-Soy Paco, el veterinario. Me espera usted mañana a las nueve y...

-Sí, ya lo sé, no sea impertinente. Está usted en Cataluña, ¿no? Pasará a buscarle un tal Piqué, creo que ya le conoce; por si se le ha olvidado, piense en un tipo con ojos de sapo. Por cierto, venga con su esposa y su hija. ¿Le he dicho ya que corro diez kilómetros en seis minutos cuatro segundos?

-¿Y quién es ese fantoche para decidir adónde tengo que ir yo de vacaciones? -enfurecida, Laura arrojaba la ropa en la maleta.

-Quédate, Laura, si lo prefieres -me refugié cerca de la puerta.

-Ah, vaya -se giró, hecha una fiera-. ¿Me das permiso para quedarme? ¡Es lo que faltaba!

-Mi mujer tal vez no quiera ir -me atreví a sugerir.

-Lo que piense su esposa me da igual -replicó Aznar, más que molesto, sorprendido de que alguien le contradijera-, pero me lo ha pedido Ana y nadie tiene más que decir. Ni siquiera yo, ni yo-yo, que manda más que yo. ¡Ja, ja, ja, ja! ¿Qué sucede? ¿No tiene usted sentido del humor? Le aconsejo que no lleve la contraria a mi esposa si no quiere dormir en el sofá. Se lo digo por experiencia, ¡Ja, ja, ja, ja! Hay que ver, es usted más soso que Zapatero. Por cierto, espero que tenga un buen socialista al que culpar de este caso. ¿No le dije a usted caiga quien caiga? Sin gente despierta a mi alrededor, ¿cómo voy a poner a España al frente del mundo?

62 -'Según Greenpeace, España encabeza la lista mundial de países consumidores de madera tropical africana. Informes de Naciones Unidas señalan que las carreteras construidas con el pretexto de la explotación forestal son utilizadas en realidad para el movimiento de armas hacia Sierra Leona. Los camiones utilizados para el transporte de troncos son asimismo usados para el transporte de armamento. Al parecer, el anticuario Salvador Tresserres era un notable importador de madera tropical. Su abogado asegura que eso no es nada ilegal, y lamenta que, en el caso Tresserres, se esté intentando convertir a la víctima en culpable. En cuanto al robo en casa del anticuario, fuentes policiales indican que los asaltantes buscaban algo concreto, dado que no se llevaron nada de valor de la casa, y el diputado del PP Vicente Martínez Pujalte sugiere que los socialistas están detrás de todo. La alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, también ha pedido que se investigue el origen de la madera de los balcones de la nueva casa de Felipe González en Cádiz, al tiempo que ha advertido a Manuel Chaves que no tolerará otra legislatura en la oposición. 'No quiero envejecer sin pillar cacho', sentenció'.

-Todo -dije, apagando la radio-. A mí me lo contaba todo, todo, todo. Todo, todo, todo. ¡Todo, todo, todo!

-¿Qué te pasa? -se sobresaltó Laura. Debí parecerle Jack Nicholson en El resplandor, a punto de coger el hacha y perseguirla a ella y a Marta por el jardín.-Nayira, la nigeriana, dijo en la tele que el anticuario Tresserres se lo contaba todo. Estaba avisando a los ladrones de que ella tiene lo que buscaban en el piso del anticuario.

-Oye, Paco, no estaremos en peligro, supongo.

63 -Las autoridades del aeropuerto de El Prat intentaban quitar hierro al caos en la recogida de equipajes. 'Las maletas, en general, viajan a su destino correcto; son los viajeros quienes muchas veces se equivocan de avión'. Y algo de cierto había: al parecer, muchos pasajeros habían empezado a facturar sus maletas con destinos exóticos, elegidos al azar, pensando que tal vez así hubiera más posibilidades de encontrar algún día el equipaje. Ante las cintas transportadoras de facturación, la gente se despedía de sus pertenencias entre lágrimas. Algún avispado había querido facturar a un cuñado-lapa o a un hijo llorón.

-¡Ya ha tenido usted que meterme en el lío del gato! -surgió Piqué tras una barricada de maletas sin dueño-. Seguro que acabo comiéndome algún consumao.

-El Presidente -dije, solemne, con el reojo escéptico de Laura clavado en el cogote- quiere una investigación a fondo sobre la muerte del gato Simbotas, y me dijo que usted...

-¿Y qué tengo que ver yo con su gato? -se sublevó Piqué, ya en la escalerilla de acceso al avión.

-Pues si le digo lo que tengo que ver yo -murmuró Laura.

-¡Yo soy ministro de Ciencia y Tecnología! -se rascó la chepa con la coronilla, se atrapó el gaznate con el pulgar y el índice-. ¡Y, si mi apura, ni siquiera eso! Soy candidato in péctore a la presidencia de la Generalitat. Y, si me apura, ni siquiera eso: soy candidato a jefe de partido que apoya al partido que forma el gobierno catalán. Y, si me apura, ni siquiera eso: soy candidato a chupar oposición frente a Pasqual M... ¡Dios santo! ¡En realidad, el Presidente me ha despedido!

Piqué acomodó su americana en el portaequipajes del avión, quedando en su habitual camisa de manga ancha, con la que hace la declaración de la renta. Marta rompió a llorar a corte, sin transiciones entre el silencio y el grito pelao.

-Haga usted el favor de no ser tan importante, que está asustando a la niña -Laura se encaró con Piqué.

-Disculpe -se atoró Piqué-. Son los nervios. De un momento a otro empezaré a cabecear violentamente. No se lo tomen como una señal de sumisión, se lo ruego. No soporto ese tipo de malentendidos.

-¿Desean algo los señores? -esa voz nasal, esa inconfundible voz nasal...-. ¿Se encuentran a gusto?

-¡Aaah! -se asustó Laura.

Francisco Álvarez Cascos estaba hecho un brazo de mar con el traje de azafata de Iberia. Hay que ver, lo que estilizan las rayas verticales: hasta Cascos parecía con un buen tipito.

64 -No quería dejarles solos en un vuelo tan peligroso -sonreía Cascos a Marta, Marta sonreía a Cascos, se sacaron la lengua como en el anuncio de los teléfonos, qué cabroncetes son los críos, dicho sea de paso, los demás temblando y la niña tan fresca.

-¿Por qué peligroso? -se incorporó Piqué y se golpeó la cabeza contra el portaequipajes. Quedó con el cuello encogido y la cabeza gacha-. Conste que si tengo la cabeza así es porque no quepo, no porque reverencie a nadie. ¿Por qué peligroso, eh?

-Por la compañía, Piqué, por la compañía -el índice de Cascos pasó de la barbilla de Marta a la de Piqué.

-¡El hecho de haber sido mi vicepresidente no te da derecho a humillarme!- se desencajó Piqué, aún con la cabeza gacha. Se le cayeron las gafas al suelo. Cascos las pisó y removió la punta de su zapato sobre ellas, como si aplastara una colilla.

-Tienes razón -Cascos se acarició el mentón con el pulgar-. Lo que me da derecho a humillarte es que yo no tengo nada que perder. Creo que ya puede subir el resto de los viajeros.

-¡Esto es un avión privado! -se enfureció Piqué-. Hablaré con el Presidente.

-¡Hablaremos todos, Pepeciño! -gritó Mariano Rajoy, festivo, asomando por la puerta lateral.

Un gran alboroto seguía al Vicepresidente Primero: Jaime Mayor Oreja, por la callle uno, abriéndose paso a codazos, tras él Javier Arenas y Pilar del Castillo, Ángel Acebes y José María Michavila con el paso acomodado como Pixie y Dixie, Eduardo Zaplana señalando, oteando, riendo, como si viviera dentro de un álbum de fotos, Rodrigo Rato con su cara de a mí esto me da igual, Ana Palacio con la suya de qué curioso todo, Federico Trillo con su cara de... Bueno, con su cara. ¡Y Celia Villalobos!

-¿Qué te pasa, chiquitín? -se me encaró la ex ministra-. A mí no me cesan así como así.

-Su marido está pasando las vacaciones con el Presidente -me aclaró Arenas.

-¡Machista! -gritó Celia.

-Paco -me susurró Laura-. ¿En qué clase de lío andas metido?

La voz de Acebes trepó sobre las demás:

-Didsculpadme. Quiero decid una cosa: es un honod para mí participar en edste viaje, y apdrovecho para anunciar la convocatodia ¡de miles de nuevas plazas de policía!, de manera que la insegudidad ciu...

-¡Que te calles, Angelito, que aquí no hay televisión!

Y rieron todos. Marta, la que más. Cómo son los críos. Las cazan al vuelo.

-Ojito con Ángel -terció Celia Villalobos a pleno pulmón-, que el Presidente confía mucho en él. Fijarse que le encomendó la alimentación de Simbotas. Yo le vi muchas veces prepararle la comidita con mucho amor, mu condimentá, echándole de tó. ¿Qué pasa? ¿He dicho algo malo? ¿Por qué me miráis así? Anda la osa, que el gato Simbotas está muerto. Vaya, Angelito, menudo rejonazo te he metío sin darme cuenta. ¿Había recompensa? Anda, que como después de todo me hagan sucetriz.

Mañana, decimoquinto capítulo: La primerísima dama.

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