_
_
_
_
_
Reportaje:CULTURA Y ESPECTÁCULOS

ALEX UBAGO, NUEVO EN TODAS LAS PLAZAS

Con 21 años y un único disco, el cantante donostiarra se convierte en una de las estrellas del verano.

No ha necesitado ni de un prolongado concurso de televisión, ni de una apabullante campaña de mercadotecnia. Las canciones de Alex Ubago, esa sublimación del amor doliente, le han bastado para convertirse en uno de los triunfadores de este verano, una época plagada de artistas artificiales.

Con 21 años cumplidos el pasado mes de enero y con un solo disco en el mercado, ¿Qué pides tú?, Ubago es una estrella que vive por primera vez la experiencia de una gira, que además le está saliendo larga. Desde finales de junio hasta primeros de octubre, apenas va a tener 20 días sueltos sin concierto, y casi una semana de ellos la utilizará en septiembre para una visita promocional a México, igual que hizo el mes pasado.

Alex Ubago es nuevo en todos los sentidos. Vaya donde vaya, es la primera vez que actúa; cada noche se enfrenta a un público desconocido para él. Sin embargo, bien al contrario, su público sí parece que le conoce bien. Adolescentes, principalmente femeninas, que enloquecen con sus canciones y sueñan con robarle una mirada. El sábado por la noche, por ejemplo, Alex Ubago recalaba en Salou, villa tarraconense veraniega, inmersa ahora en sus Nits Dourades 2002, el programa de actividades culturales organizado por su Ayuntamiento que se prolonga hasta el final del estío. El viernes había tocado en Villalpando (Zamora) y entre unas cosas y otras no se había acostado hasta las tres de la madrugada. Pero el debutante se comporta como si llevara toda la vida en esto o, mejor aún, se enfrenta a la gira con la ilusión del primerizo. No importa el madrugón. A las nueve de la mañana del sábado ya está con sus cinco músicos -la mayoría también viviendo su primera gira- montado en la furgoneta con la que alcanzaría Salou a eso de la media tarde.

Son las 11 de la noche y el escenario se ve diferente a la tarde. El equipo de luces ya está alzado del todo y sobre la tarima destaca una pequeña rampa plateada. 'Por ahí sale Alex, creo', comenta a una amiga una impaciente seguidora. Al ser en una vía pública, es difícil echar el cálculo de la cantidad de gente que el sábado contempló el concierto de Alex en Salou. Algún policía local hablaba de que la masa llegaba hasta el Club Náutico, al fondo del paseo, lo que podrían llegar a ser más de 20.000 personas. Aitor, el mánager personal de Alex Ubago, era más cauto: 'Yo calculo que gente interesada de verdad en el concierto podría haber de ocho a diez mil'.

En cualquier caso, un éxito para un muchacho nacido en Vitoria pero que ha vivido siempre en San Sebastián y que hace apenas medio año nadie conocía. La ingenuidad del que aún no ha sido maleado por las crueldades de la profesión, aflora en cada gesto y declaración suya. 'Si supiérais lo que se siente aquí arriba, con todos vosotros abajo. Es mi primera gira y mi primer disco y esto es muy importante', dijo a modo de saludo y agradecimiento cuando ya sin gafas vio al inmenso mar de cabezas que se agolpaban delante de él, después de haber bajado por esa rampa, como había vaticinado unos minutos antes una de sus fans.

Su repertorio de canciones tiernas, en esa tradición del pop donostiarra que viene de Duncan Dhu, Emirra, Le Mans, Sanchís y Jocano o Txetxo Bengoetxea sonaría al día siguiente, domingo, en Murcia y el lunes en Alicante. Pero es el ecuador de una gira que esta semana pasa por Torrelodones (Madrid), San Sebastián -su casa, su gran prueba-, Astorga y Betanzos, y que le tendrá a mediados de septiembre en Madrid en la fiesta del PCE ('paso de política, pero creo que no acudiría a un acto así si me lo pidiera el PP', confiesa) y unos días más tarde, el 20, en La Riviera, la misma noche que Miguel Bosé lo hace en Las Ventas. Un desafío más para un artista que vive su primer año triunfal.

Alex Ubago, durante su concierto del sábado en Salou.
Alex Ubago, durante su concierto del sábado en Salou.JOSEP LLUÍS SELLART

Prueba de sonido con 'fans'

En la prueba de sonido, a las siete de la tarde, hay ya tanta gente que pareciera que el concierto va a empezar a esa hora. 'Hemos tenido menos gente en otros bolos que los que están ahora en la prueba', comenta asustado uno de los músicos. Se oye a las jovencitas gritar el nombre del artista como si ya estuvieran metidas de lleno en el concierto. Alex se dispone por fin a probar guitarra y micros. Muchas adolescentes llevan pintado en la cara, brazos y escote el nombre del artista y corean el ensayo sin que les importe lo que de tediosa tiene una prueba de sonido con sus interrupciones, afinaciones de instrumentos, la ecualización de todo el sonido... y la falta de glamour del artista y sus músicos vestidos de pantalón corto y playeras. Nada importa, y sus seguidoras, casi al borde ya de la histeria, alcen sus brazos, lloriqueen y levanten pósteres y mensajes dirigidos a Alex Ubago. A gritos, le piden -'¡déjanos ver tus ojos!'- que se quite sus gafas oscuras. Alex se las levanta juguetón apenas unas décimas de segundo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_