Los toros y el 'pulso' festivo
Martes, 11 de agosto de 1998. Los diestros Manzanares, Enrique Ponce y Rivera Ordóñez protagonizan el cartel taurino. Están en la Semana Grande de San Sebastián y son los encargados de inaugurar la plaza de toros de Illumbe, que devuelve el espectáculo de los astados a la ciudad tras un vacío de un cuarto de siglo causado por el derribo de El Chofre. Martes, 13 de agosto de 2002. Manuel Caballero, Rivera Ordóñez y El Juli saltan al coso donostiarra, que vive su quinta temporada. Los aficionados no dudan en considerar que durante estos cuatro años la capital guipuzcoana 'ha recuperado el pulso' en sus fiestas de verano.
Así lo mantiene el presidente de la Unión Taurina Guipuzcoana, Juan Antonio Hernández, satisfecho porque los aficionados ya no tienen que 'andar peregrinando a otras ciudades para ver toros'. Hernández recalca que 'se nota mucho más ambiente durante la Semana Grande', que se extiende al 'resto del año'. Y es que las 14 peñas que integran la Unión Taurina, que agrupan a unos 3.000 aficionados, organizan alrededor de 200 coloquios al año a los que acuden aficionados y especialistas de otros puntos de España, que 'viven San Sebastián y luego hablan de la ciudad en su tierra', como ocurre con otros eventos como el Festival Internacional de Cine o el Jazzaldia.
Pero no todo son alegrías. Hernández explica que las peñas están algo decepcionadas con la empresa que gestiona Illumbe, encabezada por los Chopera. 'No nos tiene en cuenta a la hora de elaborar los carteles ni tiene detalle alguno con los aficionados. Nos mantiene en el más absoluto anonimato', se queja. 'En San Sebastián siempre ha habido buenos aficionados, son entendidos, piensan; y eso es que no le gusta a la empresa, que los aficionados tengan criterio propio', añade.
El restaurador Txomin Rekondo, que se siente 'más libre' sin pertenecer a peña alguna, se acerca a Illumbe durante las fiestas cuando los fogones se lo permiten. De joven, hizo sus 'pinitos' como torero, pero se dio cuenta de que es una profesión tan 'sensacional y carismática' como 'difícil', así que cambió la muleta por los enseres de cocina. Lo que no dejó en el ruedo fue la afición, por lo que no titubea: 'La vuelta de las corridas de toros ha sido muy positiva para la ciudad', que 'ha recuperado el esplendor y la grandeza'. Imprimen 'ambiente', insiste y, por la parte que le toca, se dejan notar en la hostelería. 'El público de los toros es más festivo, más dado a dejarse ver y a hacer extras que en otras aficiones se dan menos', apunta.
Pese al 'vacío' de 25 años, durante los que su establecimiento acogió muchas tertulias taurinas, el restaurador se muestra 'sorprendido' por lo poco que ha costado recuperar al público y captar nuevos adeptos. 'Los donostiarras se han volcado mucho con los toros, precisamente por esa gran ausencia. Hay gente que no conocía la fiesta y, cuando la ha descubierto, se ha volcado en ella'.
La comparación con las tardes de toros en El Chofre es inevitable. 'La mayoría del público de ahora es más festivo, va a la plaza a divertirse, a pasarlo bien, mientras que la gente que acudía a El Chofre hace 30 o 40 años era un poco más exigente', cree Rekondo.
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