El presidente campeón de Liga, en apuros

¿Cómo se explica que Mestalla silbe al presidente que ha convertido al Valencia en campeón de Liga después de 31 años? Parece difícil interpretar lo que ocurrió el pasado día 7, en la presentación del equipo, cuando Jaime Ortí trató de hablar a los aficionados y éstos le respondieron con una pitada de más de medio estadio. El enfado procede de la austeridad extrema con la que ha actuado la directiva este verano. Una sobriedad reflejada hasta en los rivales de la pretemporada: el de hoy, en el Trofeo Naranja (Canal Nou, 21.45), es un Nacional de Montevideo devaluado, y el del día 7 fue el Nacional de Bucarest. Por fin, el próximo domingo, en Riazor, se enfrentará al Deportivo en la ida de la Supercopa.

Mestalla no entiende a santo de qué tanta frugalidad en el club que más ha ingresado por la venta de jugadores en los últimos tres años: 120 millones de euros por los traspasos de Mendieta, Gerard, Piojo López y Farinós. Además, el equipo ha disfrutado una de las etapas más brillantes de su historia: ganó la Copa del Rey en 1999; disputó la final de la Liga de Campeones en 2000 y 2001, por lo que ingresó otros 60 millones de euros, y se adjudicó la Liga en mayo pasado. Por si fuera poco, llena casi siempre las 50.000 plazas de su estadio.

Pues bien, este Valencia se ha negado a fichar a un delantero de garantías como Tamudo. Tampoco ha podido pagar los tres millones de euros que le pedía Las Palmas por Ángel, el defensa derecho que reclamaba el técnico, Rafa Benítez, para sustituir a Angloma, retirado. 'A la gente no le gusta la austeridad', reconoció ayer Ortí.

En contra de la opinión de la grada, el Valencia ha tratado, en cambio, de traspasar a dos de sus jugadores más queridos, Ayala y Kily González, que es el que más cobra: unos tres millones de euros limpios por temporada.

El objetivo es limar la deuda: 120 millones de euros. Ortí justifica la crisis por el enorme gasto de los emolumentos de los futbolistas; también, por el incumplimiento de contrato del anterior patrocinador, Metro Red, la empresa de fibra óptica que se declaró en quiebra y no abonó los tres millones de euros pactados, y, finalmente, por la informalidad del Lazio en el pago del fichaje de Mendieta.

Ortí es un presidente cariñoso y muy cercano a su hinchada, pero su margen de maniobra es escaso. Está a la sombra del consejero delegado, Manuel Llorente, mano derecha de los hermanos Juan y Fernando Roig, presidentes del Pamesa y del Villarreal respectivamente. Por su parte, el tercer hermano, Paco Roig, trata de recuperar poder en un club del que es el máximo accionista.