Yago lucha contra el recuerdo
Lamela logra el tercer puesto en longitud con un salto de 7,99 metros, nueve centímetros menor que el de Lukashevich
Hay noticias de Yago Lamela. No son las mejores del mundo, pero son positivas. El problema con él es que funciona el recuerdo del hombre que saltó 8,56 metros dos veces y que hace tres años consiguió un segundo puesto en los Campeonatos del Mundo de Sevilla 99. Frente a esos datos, su tercer puesto en los Europeos de Múnich no parece gran cosa. Ni tampoco la marca: saltó 7,99 metros, una minucia en sus grandes momentos. Pero han cambiado tantas cosas en la vida de Yago que ahora mismo se encuentra en un proceso de reconstrucción de su carrera. No alcanzó la final en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, rompió con su viejo entrenador, abandonó Asturias para vivir en Madrid, no acudió a los Mundiales de Edmonton 2001, dejó a su siguiente técnico, se trasladó a Valencia... Demasiados cambios como para medirle con su pasado. Quizá en el futuro sea posible la comparación, pero en estos días parece más lógico apreciar los síntomas de mejoría que apunta el saltador español.
'Como se me iba el pie en la tabla, me jugué un salto sin pisarla. Pero no funcionó'
Viene de un sinfín de problemas y comienza a explorar el mundo que antes le pertenecía
Como ha ocurrido en casi todas las jornadas, la prueba estuvo mediatizada por la lluvia y el frío. En el salto de longitud son dos adversidades de primer orden, lo que evidentemente afectó al nivel de las marcas, muy discretas. Ganó, con 8,08 metros, el ucranio Lukashevich, un solvente pero nada impresionante saltador. Lamela habló de las dificultades para saltar, pero no lo dijo como excusa. 'Nos ha afectado a todos', comentó. Luego relacionó los problemas, que comenzaban por los riesgos en los apoyos y especialmente en el contacto con la tabla mojada, lo que significaba un peligro evidente de resbalones y quizá de lesiones. 'Como se me iba el pie en la tabla, le dije a Rafa Blanquer [su entrenador] que me iba a jugar un salto sin pisarla. Pero no funcionó. Blanquer me animó a que en el sexto cogiera la tabla como fuera, aunque me rompiese la cabeza', explicó. Ese último salto fue de 7,99 metros, a un centímetro de la plata del croata Ergotic.
La tarde empezó con buenas señales para Lamela. En su primer intento saltó 7,97. No estaba mal para empezar. Era evidente que la frontera de los ocho metros marcaría las medallas. No sólo por las infames circunstancias climatológicas, sino también por el flaco estado de la longitud en Europa. Casi se puede hablar de regresión. La excitación que produjo Lamela con aquellas saltos inolvidables no ha tenido un efecto contagioso. Ni aparecen saltadores nuevos ni los veteranos están a la altura de sus viejas marcas.
Podía esperarse algo interesante de Raúl Fernández, campeón de Europa en pista cubierta y autor de algunas marcas por encima de los 8,20 metros. Sin embargo, el sevillano decepcionó. Hizo nulo en su primer intento, se quedó lejos de la tabla en el segundo (7,69) y cometió un nulo aplastante en el tercero. 'No he podido resolver las contrariedades en ningún momento. Ha sido una prueba marcada por el agua y no he sabido encontrar las soluciones', reconoció. 'Me quedo sin demostrar el nivel que tengo ahora mismo', comentó también. ¿Qué nivel?, le preguntaron los periodistas. 'Para estar en la cabeza', respondió. Noveno en la final, Fernández no logró pasar al turno de mejora, que no modificó las posiciones.
A Lamela le habían superado Lukashevich y Ergotic y no hubo manera de modificar la situación. En otros tiempos le habría resultado sencillo. Contra ese fantasma lucha él y también luchan los aficionados, que no olvidan el año mágico del saltador. Eso supone un peso añadido, difícil de soportar. Probablemente a Yago se le exigen cosas que no se piden a otros atletas. Es la púrpura que acompaña a un atleta singular, y lo sabe. 'Estoy un poco fastidiado', declaró mientras se llevaba la mano a la barbilla con un gesto de decepción; 'bueno, al menos he conseguido una medalla'. Es cierto. Viene de un sinfín de problemas y comienza a explorar el mundo que antes le pertenecía. No es el mejor Yago, pero es uno que está un poco más cerca de regresar al lugar que dejó hace tres años.
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