La traca final
España, que lleva ya 12 medallas, aspira a seis más en la última jornada de hoy
Un periodista extranjero le preguntó a Luismi Berlanas que por qué el atletismo español era tan bueno en las pruebas de fondo (tres oros y dos bronces han logrado los españoles en las cuatro pruebas disputadas, los dos 10.000, el 3.000 obstáculos, el 5.000 femenino y la maratón femenina) y el atleta madrileño respondió que suponía que era porque España era el país más africano de Europa. 'Antes se decía que África empezaba en los Pirineos', dijo. 'Pues en lo que respecta al atletismo es verdad'. Berlanas se siente orgulloso de ser atléticamente un africano, pero no es el único, ni el último que actúa en Múnich. Retirada entre vítores y medallas la fraternidad del 10.000, los rapados Ríos y Martínez, y caliente la carrera de los 3.000 obstáculos, hoy suben a la escena los maratonianos (pesimistas cuando hablan aunque no desmienten, sobre todo Juzdado, que cualquier cosa puede pasar), y también el último africano de Madrid, el vallecano Alberto García (a quien acompañarán en la final directa del 5.000 su paisano Jesús España, del que dicen que puede hacer el mismo papel de tapado que desempeñó Chema Martínez en el 10.000, y el aragonés Roberto García).
Como su amigo Berlanas, y como el Roncero que no estuvo en los 10.000, Alberto García fue el mejor europeo en su prueba en el Mundial de Edmonton, cuarto, detrás del correspondiente podio africano. Aquella carrera marcaba la transformación que había anunciado el madrileño al llegar a la ciudad canadiense. Había perdido la timidez, había ganado confianza en sí mismo. En la pista se vio. La tarea de hoy es más complicada. Se trata de demostrar que sin africanos en la pista él es el mejor. La primera parte de la prueba ya la pasó en los Europeos de pista cubierta (ganó el oro en los 3.000 de Viena en marzo); la segunda, más complicada, la tiene en Múnich. La forma de García desde entonces es una incógnita (llega con un 13m 10s en Roma, en julio, que no dice gran cosa) ya que ha decidido efectuar una preparación que le llevara a alcanzar su punto dulce en el día D a la hora H. Sus rivales tampoco parece que sean muy numerosos. Están el holandés Maase (el que se cayó en la final de 10.000), el ucranio Lebed, un especialista en cross que parece que corre con plomo en las zapatillas sobre las pistas sintéticas, y, dicen que son los más peligrosos, los franceses de origen marroquí Hassan Lahssini y, sobre todo, Ismail Sghyr, el único de los participantes que ha bajado de los 13 minutos aunque esta temporada sólo haya hecho 13m 16s (y que fue quinto, tras García, en la final de Edmonton).
La longitud y el disco
No son africanos ni lo parecen, pero también son muy buenos, Yago Lamela, Raúl Fernández y Mario Pestano. Los dos primeros buscarán las medallas en longitud donde las buenas noticias para el atletismo español no dejan de llegar los últimos años. Por lo que se vio en la calificación, la principal duda quedó resuelta de forma positiva: Yago Lamela, el doble subcampeón del mundo (Maebashi y Sevilla) se había reencontrado después de la crisis que le llevó a emigrar a Madrid y luego a Valencia. No ha vuelto a acercarse a las marcas de su mágico 1999 (8,56 metros), pero ha mostrado solvencia competitiva, que es la característica que comparte con el sevillano Raúl Fernández, el que le ganó el oro en la pista cubierta de Viena. El canario Mario Pestano estuvo tan bien en la clasificación del disco (65 metros sin despeinarse), una extraordinaria novedad después del desastre de Edmonton, que mucha gente ha olvidado que el lanzamiento de disco es una de las disciplinas en que el Europeo tiene el nivel de un Mundial, con todas las fuerzas del Este desplegadas alrededor.
Y entre medias, las chicas del 1.500, Natalia Rodríguez, Nuria Fernández e Iris Fuentes-Pila. Tres españolas en una final. Tres posibilidades para cerrar de manera estruendosa la competición más brillante de la historia del atletismo español (que va segundo en el medallero, sólo superado por Rusia).
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