Recetas de la abuela junto a la plaza Mayor

A pocos metros de la Puerta del Sol y de la plaza Mayor, en un recodo peatonal del laberíntico trazado de calles del centro de Madrid, el restaurante Mi Pueblo ofrece desde hace décadas lo que podríamos llamar... honradez gastronómica. Comida sana, como de madres, en un espacio recogido, acogedor. Una carta sincera, corta, casera, que no cambia, de buenas materias primas y raciones generosas. En ella destacan la ensalada mi pueblo (en invierno, la sopa con el nombre del local, capaz de entonar incluso al recién salido de un afterhours) y el ajoblanco, el pollo provincial (a la cazuela, con arroz) y el pollo al ajillo (de esos pollos en peligro de extinción, que realmente saben a pollo), el besugo al horno, la lubina y la dorada, y los rellenos madrileños (hortalizas con carne picada), y ese plato tan elemental como glorioso cuando está bien resuelto: los huevos fritos con patatas, morcilla y chorizo. Y de postre: la crema de la casa (que recuerda a una mezcla de natillas y crema catalana) o esos deliciosos bizcochos llamados piononos.

El trato: amable, detallista, a la antigua usanza, propio de quien lleva muchos años atendiendo a la mesa. La decoración: rústica, de maderas y cerámicas. Aunque, eso sí, sin generosidad de espacios. A pesar de las apreturas, la tortura del ruido no suele figurar en el menú. Y todo esto sin excesos, ni en el precio. El menú especial, disponible todos los días (incluidos los domingos) y también por la noche (es decir, sin la trampa habitual del precio especial sólo válido de lunes a viernes y al mediodía), cuesta 15 euros. La oferta se ha completado este verano al estrenar una tranquila terraza de media docena de mesas.