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Reportaje:

Las mil caras del turismo

La aportación económica del turismo supera a los productos del petróleo y derivados desde mediados de los años noventa y se ha convertido en la primera industria del mundo, según datos de la Organización Mundial del Turismo de 1997'. Lo explica Pere Salvà, catedrático de Geografía Humana en la Universidad de las Islas Baleares y experto conocedor de las consecuencias del turismo sobre el territorio, la cultura y la economía de una sociedad. Sorprende lo poco que se habla de turismo. Se ejerce, o se trabaja, pero escasean las reflexiones culturales sobre el fenómeno pese a ser uno de los más ricos y complejos de nuestra sociedad contemporánea. Del turismo sólo se enseña una de sus mil caras. Por su propia naturaleza necesita ser un espejismo, algo irreal. Todavía compramos la postal de la playa desierta, sin plásticos ni esta nueva urbanización que corroe la ladera. Y envidiamos a los locales, ellos aquí currándose el agosto y teniendo todo el invierno para disfrutar de estas playas, si consiguen cobrar el subsidio de fijo discontinuo...

'El turismo contribuye a potenciar una realidad plana, comestible en poco tiempo, sin fisura', afirma Núria Enguita
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Es una realidad que casi parece

no existir en el arte contemporáneo. Pero hay casos. Como el británico Martin Parr, que ha dedicado varios libros de fotografías a reflejar el turismo de masas. O el holandés Dik Bouwhuis que, en su serie Tourist Landscapes, pone el objetivo de su cámara frente a las rieras de Lloret de Mar, los parterres secos y rotos de la periferia de Benidorm o la parte trasera de un hotel de Platja d'Aro. 'No pretendo documentar la realidad turística, sino la realidad en sí', afirma.

También la refleja con contundencia el valenciano Sergio Belinchón en su serie Ciudades Efímeras, de 2001, en la que plasma lo absurdo de estas fantasmales moles de apartamentos fuera de temporada. Y no hay como el italiano Massimo Vittali para revivir con un realismo entre lacerante y nostálgico las abarrotadas playas de cualquier ciudad costera del litoral mediterráneo. En su caso es Italia, pero puede ser en cualquier parte. 'No me interesa tanto el tema del turismo en sí como el del tiempo libre', afirma Vittali. 'Mis fotografías tienen un aire antropológico. Están pensadas para verse dentro de cuarenta años'.

Lo cierto es que sin haber digerido todavía la transformación brutal que ha supuesto el turismo en la costa, la mayoría de ciudades y pueblos del interior se están lanzando también a una enloquecida carrera a la caza del turista. En algunos casos es un viejo fenómeno, como en Roma. Fue allí donde el fotógrafo mallorquín Agustí Torres inició un nuevo proyecto en el que explora la identidad colectiva en el actual contraste entre globalización y tradición local. Torres fotografía monumentos conocidos casi al mismo ritmo que lo hacen los turistas que los visitan. 'La manera ritual y repetitiva en la que todos los turistas experimentan su visita a los iconos y mitos actuales hace pensar que estamos ante una especie de peregrinación de la nueva religión de la sociedad de consumo', afirma.

Barcelona, en cambio, espera culminar su existosa transformación en ciudad turística en 2004 con el Fórum de las Culturas. Coincidiendo con este evento, la Fundación Tàpies presentará una exposición sobre arte y turismo. El proyecto, muy anterior al fórum aunque le viene como anillo al dedo a este evento, aunará la reflexión de arquitectos, artistas o escritores con instalaciones realizadas exprofeso y publicaciones. 'El caso Barcelona, que es diferente al modelo Barcelona del que hablan los urbanistas, es sintomático de una evolución marcada por la conversión de la ciudad en un centro de ocio y servicios ('la mejor tienda del mundo'), donde los propios habitantes se convierten en visitantes. Barcelona está dejando de ser ella misma y se está convirtiendo en su imagen. Nuestra propuesta es una mirada crítica sobre los procesos de urbanización de la ciudad', explica Núria Enguita, responsable junto a Iván de la Nuez, J. L. Marzo y Montse Romaní del proyecto.

El turismo de masas es un pro

ducto del bienestar de las sociedades ricas posterior a la II Guerra Mundial, cuando sus trabajadores adquirieron el derecho a las vacaciones pagadas y al ocio. 'El esquema habitual es que los países ricos del Norte hacen turismo en los países del Sur, generalmente en áreas no industrializadas', comenta Salvà. 'Esto supone un fuerte impacto ambiental sobre el territorio y un considerable aumento de población en estas áreas debida a la inmigración. Cancún, por ejemplo, pasó de unos 700 habitantes a principios de los años setenta a los 400.000 habitantes de ahora'.

'El turismo es la primera fuente de ingresos de muchos países e implica un gran movimiento de personas', añade Enguita. 'Es la otra cara de la inmigración, pero se puede también considerar una nueva forma de colonialismo. Los países occidentales imponen sus estructuras allí donde se instalan, muchas veces sin beneficios para las comunidades locales, y el turismo supone además una manera más de ocupación. En algunos casos, el turismo contribuye también a potenciar una realidad plana, comestible en poco tiempo, sin fisuras'. Para Enguita, hay dos artistas españoles que han realizado aproximaciones interesantes al fenómeno turístico desde esta visión crítica, o realista, del mismo. 'Uno es Rogelio López Cuenca, con el trabajo que todos conocemos en el que la publicidad de los paraísos se llena de imágenes de inmigración; el otro es Antoni Muntadas, que en su proyecto City-Museum ya planteaba la conversión de la ciudad en espectáculo'.

'El 'paraíso' es una experiencia transitoria en la que el turista, que no va a donde quiere sino a donde decide la industria, jamás pone en duda su visión del mundo, sino que en este viaje la reafirma', afirma López Cuenca. 'El turismo sustituye la realidad por su imagen publicitaria. Su paradigma es el parque temático, erigido a veces en el lugar del delito; junto a las ruinas del espacio degradado se construye el pueblo mediterráneo como atracción turística, mejorado y perfeccionado, esto es, hecho una tienda'. Una gran tienda en la que nadie pregunta cuánto gana el empleado ni quién fabrica el souvenir.

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