No hubo toros para la 'pareja Sésamo'
Conviene anotar el nombre de la ganadería de los toros de ayer para huir de ella como de la peste. Aquellos toros mejor andaban entre tractores de labranza que en un albero, donde se supone que se va a practicar el arte de la tauromaquia. Una mancha negra para el ganadero. Es de todo punto imperdonable que a unos toreros, en especial a Antonio Ferrara y El Fandi, que salieron a la plaza de Vitoria a dar un espectáculo ameno, divertido y a justificar lo que cobran, es una pena que por culpa de un ganadero que mandó unos toros sin fuerza, sin bravura y sin nada de lo que tienen que tener, salvo el cuarto, que algo ya sirvió. No nos olvidamos del otro torero, el local José Ignacio Ramos, que también contribuyó a que la tarde fuera feliz. Mas por culpa de los toros, nuestro gozo cayó al más profundo de los pozos.
Castillejo / Ramos, Ferrera, Fandi
Toros de Castillejo de Huebra, blandos, mansos, sin clase, noble el 4º. José Ignacio Ramos: estocada (silencio); estocada (oreja). Antonio Ferrera: estocada caída (oreja); estocada caída (oreja). El Fandi: media estocada (petición y vuelta); estocada (oreja). Plaza de Vitoria, 6 de agosto, 2ª de feria. Media entrada.
Pese a todo, Antonio Ferrera estuvo por encima de los dos toros que le tocaron en suerte. En su segundo hizo que el toro se tragara los pases, tanto por la derecha como por la izquierda. En la medida que el toro dejaba algún hueco libre, el torero ejecutaba las suertes con lentitud, con gusto y con templanza. En el tercio de banderillas brilló con luz propia este torero.
El Fandi pechó con lo peor del lote. Dos toros que no valían un bledo. De su parte estuvo la gran intención de agradar y hacer deleitable el tiempo de toros. Y se vio que en el tercio de banderillas es un coloso. Nos gustó sobremanera la buena media estocada a su primero y la excelente y gran estocada a su segundo.
A José Ignacio Ramos le tocó un toro blando, andarín y sin clase como fue su primero. Su segundo fue el único algo potable de la corrida. Lo toreó sólo de manera aceptable. Valoramos en su haber la manera de entrar a matar, que lo hace con solvencia.
Sin duda, Antonio Ferrera y El Fandi se están convirtiendo en la pareja torera de la temporada. Algo así como la pareja Sésamo: la que abre la puerta grande de aquellas plazas donde torean una tarde sí y otra también.
Por lo general, en sus actuaciones arman su pirotecnia particular. Quiere decir que arrasan por donde van. Los aficionados empiezan a discutir sobre quién de los dos es mejor. Eso va por gustos. Sin embargo, hay que advertir que en el arte de los toros caben todas las escuelas y todos los estilos, como en un rayo de sol caben todos los colores.
Ellos lo saben, y si no lo saben lo intuyen o alguien se lo dirá muy pronto, que sus destinos parecen dirigirse a una gloria paralela e inmediata. Pongamos que vienen a ser dos ríos que se buscan.
Pese a todo lo dicho -y no ocultamos que se nos pueda haber ido la mano en cuanto al ensalzamiento de estos dos jóvenes toreros-, lo cierto es que han demostrado en menos de 30 días que están en disposición de comerse el mundo y competir con cualquiera de las primeras figuras del escalafón...
De ahí la frustración que sintió una gran parte del público, y muchos de los que estaban cerca de nuestra localidad, al no poder ver a estos dos toreros con unos toros mínimamente aceptables. Sólo faltó que los toreros embistieran a los toros, y a fe que en algunos momentos se diría que lo hicieron. Ahora que la mayor parte del toreo actual no es sino simulación de toreo, no se puede consentir que a unos toreros con ganas de darlo todo y hacerlo bien no se les ofrezca material propio para culminar sus actuaciones. Los toreros ahí están. Sigamos su estela.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.