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Reportaje:

Sabores extraños

Productos elaborados importados de países como Colombia, República Dominicana, Brasil, Cuba, Egipto o Tailandia se venden en tiendas especializadas en Valencia

Chocolate Sol, orujo Don Viejo de Caldas, buñuelos de queso fresco, pandebono, brazo de la reina, peras de pan dulce con mora y coco, chicharrones con dulce de leche y guayaba, cuscús, obleas con crema de garbanzos, moros y cristianos, variedades de yuca, sushi, lulo, té relajante, verde, de rosas, de romero, pulpas de fruta, frijoles, saque, algas, ron, panela para endulzar, tomate salpicado de especias para condimentar... Olores y sabores propios de países como Colombia, Brasil, República Dominicana, Egipto, Japón, Tailandia, Pakistán, India, Marruecos, Argelia o China se mezclan con la gastronomía y los empaquetados y marcas españoles en establecimientos salpicados por Valencia que, a modo de tienda, no de restaurante, venden todos los ingredientes para elaborar platos exóticos. Algunos de esos establecimientos, como José Pan -panadería y pastelería colombiana- combinan la oferta del gusto con servicio a domicilio o preparados especiales para fiestas. Otros, como Tropicana -donde no falta detalle gastronómico, decorativo, del vestir, el calzar o la música, incluidos los tangas brasileños que aseguran no son como los que se comercializan en Europa- pueden incluso importar del país latinoamericano lencería que rompe los cánones europeos, incluso los de apuestas más atrevidas.

'Descubrir la cultura a través de los sabores es divertido, como una película'
'Un pan de Colombia con queso, aquí lo usan en la comida y allí con chocolate al desayunar'

En un establecimiento de la calle de Convento Jerusalén, en sintonía con la decoración doméstica que domina en tiendas similares, las estanterías están llenas de ron propio, sugerencias con maíz, arroz de varias formas trabajado, salsas combinadas con sazones desconocidos. Éste, como otros lugares gemelos, mezcla la venta de productos propios, con servicios de orientación al recién llegado, despacho de guías de utilidad, envío de dinero, referencias de peluqueros del país para no perder ni en eso el floklore propio.

Se han convertido en punto de reunión, como casas regionales en tierra extraña. El éxito ha supuesto que, en el caso de José Pan, se llegue incluso al sistema de franquicia. La pastelería-panadería colombiana llegó a Valencia por Fallas de 2001. Janier y Lina, y Jaime y Flor, vinieron de Madrid, donde llevaban dos años, con una idea que en la villa y corte y en Barcelona había conseguido calar. Desde hace año y medio, a ritmo de éxitos caribeños desconocidos en España, con calendario ininterrumpido y horario dilatado, del horno salen sin parar panes, tortitas, caramelo de panela con vino dulce, yuca con queso, costillitas con picada, lechonas, empanadas, patatas rellenas de arroz, huevo picado y carne, cucas para tomar y llevar junto al chocolate para fundir, preparados en lata de frijoles, un refresco bautizado con el nombre del país. 'A los vecinos les encanta venir. Preguntan, se llevan cosas, las prueban y al día siguiente te comentan lo que les ha gustado y lo que no. Es curioso porque por ejemplo nosotros no usamos pan para comer. El pan que tenemos es para desayunar o para merendar. Hay clinetes de aquí que se lo llevan para comer, como si fuera el pan de aquí, cuando el nuestro está relleno de queso', explica Flor, de 23 años, con dos hijos de siete y cuatro años. 'Vine a España hace poco más de tres años. Siete meses después llegó mi marido. No tenía muy claro qué pasaría, sólo que quería salir de allí porque no se puede vivir, sobre todo por los niños. Y de pronto un primo de mi marido, José, inventó esta idea. La verdad es que ha sido un acierto. Es muy divertido ver cómo descubrimos parte de la cultura a través de los sabores y los olores. Me gusta. Es un experimento continuo, como una película a veces'.

Con el hermetismo que les es propio, los chinos también extienden y diversifican sus negocios. A los típicos restaurantes se sumaron las tiendas de todo a cien, después las de ropa al mayor y desde hace poco los supermercados. Un viaje al país asiático, sin traducción posible, es el de hurgar por los macroestablecimientos de las calles de Centelles o de Barón de Cárcer: infinitas variedades de algas empaquetadas en todos los tamaños, masas para rollitos, rollitos preparados y rellenos de bambú, de palma, de pescado crudo diminutamente cortado, pasta que nada tiene que ver con la italiana, condimentos sin referencia...

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