Vistas íntimas al mar

Su nombre no es un dechado de elegancia, pero el emplazamiento de que goza sólo queda para unos privilegiados fugitivos de la masificación a ultranza que amenaza el litoral almeriense, desde Adra hasta la cuenca del Almanzora. El Tío Kiko se halla situado en un extremo de Agua Amarga, escalonado sobre la ladera y provisto de espléndidas terrazas para contemplar el mar. Apenas se percibe, en la lejanía, el rumor acompasado del oleaje y la danza canicular del aire ascendente desde los montes que forman el parque natural de Cabo de Gata-Níjar.

Quien aspire a unas vacaciones tranquilas y en familia no se sentirá defraudado. Los terra-dos se suceden alrededor de una piscina arriñonada con vistas, abierta al chapoteo de los pequeños y convertida en una solana de pamela y bronceador para sus progenitores. Abajo está la playa, casi tan íntima. Unos amplios ventanales resguardan de las temperaturas estivales el agradable salón mirador, algo descabalado en su unión física con el restaurante, aunque airoso y coqueto gracias a su ambientación provenzal. Muebles de madera, suelos trenzados de lino y esparto, apliques de teja en semipenumbras, óleos abstractos de pincel irregular... Y también los signos minimalistas que privan en la actualidad: lámparas metálicas, estores autoenrollables, pilares y lienzos de pared a piel desnuda, sin pasar por alto ciertos toques de estética futurista en el tratamiento de las puertas y las ventanas.Sus jóvenes propietarios, vecinos de Carboneras, suplen con un carácter servicial y múltiples atenciones al huésped el desangelamiento arquitectónico, además de las ostensibles carencias que su falta de experiencia produce.

A las habitaciones se accede por el exterior, contorneando el edificio en varios tramos de pasillos y escaleras alrededor de la piscina. Sus dimensiones sorprenden por su generosidad en una cala de alto valor inmobiliario, y su amueblamiento es una continuación de lo ya visto en otras zonas comunes del hotel. Aires de la Provenza bajo la influencia del minimalismo al uso, filtrado por la luz de Almería. Igualmente amplios, aunque mal ordenados, los cuartos de baño albergan todos una bañera grande de hidromasaje cuyo fondo resulta peligrosamente resbaladizo. El agua sale templada, incluso en los meses alejados del verano.

Gracias a la hospitalidad de José Benzal, uno de los socios propietarios, el desayuno matinal se sirve en raciones abundantes y sabrosas, empezando por el plato de frutas recién peladas.