Los poetas que necesitamos
Hans Magnus Enzensberger, el poeta alemán vivo más internacional de la pródiga generación de posguerra -el más traducido, a la vez que traductor y recopilador de poesía de medio globo-, sigue tan activo como siempre. Desde que cumplió los 70, en 1999, ha publicado seis libros (contando ediciones conjuntas), ha escrito un guión de cine, un buen puñado de artículos de prensa y ha viajado más que el Papa dando recitales y conferencias. Este hombre menudo y elegante, provocador profesional -probado campeón contra la institucionalización de la literatura y a la vez honradísimo representante de la institución literaria-, lleva ya medio siglo, desde su irrupción en la escena literaria con el poemario La defensa de los lobos, removiendo y promoviendo la literatura alemana por todas partes.
MÁS LIGERO QUE EL AIRE
Hans Magnus Enzensberger Traducción y prólogo de José Luis Reina Palazón La Poesía, Señor Hidalgo. Barcelona, 2002 . 209 páginas. 18 euros
En esta pulcra edición de Más ligero que el aire -título programático cuyo elemento volátil representa a la perfección a un autor versátil, chispeante, irónico como un duende de los aires- se resume una larga trayectoria con intencionada casualidad. Enzensberger se guarda bien de reclamar para sí la sabiduría de la edad, pero preconiza una sabia distancia con todas las cosas -trocada en autoironía cuando se trata del yo. El compromiso, antaño sinónimo de su relación con el mundo, ha dado lugar a un 'síndrome de abstinencia', como explica el poema del mismo título. El preceptor de los sesentayochistas se ha contemporeizado y con tenue melancolía coquetea ahora con sus 'predilecciones apolíticas'. Aunque perdura la actitud moral del pensador contracorriente que se burla de las pequeñas crisis de los neuróticos del bienestar.
La levedad plumífera de la palabra de Enzensberger, que en la traducción excesivamente literal no siempre se reconoce, adquiere peso específico cuando pisa el terreno metapoético, que es el suyo propiamente dicho, y donde, de repente, entra en materia de forma más íntima, dando cauce a poemas como Semántica: 'Apenas he llamado piedra / a la piedra, / aparece detrás de ella / transparente, fantasmal, / como su clara sombra / una segunda piedra, más ligera / con la que se confundiría fácilmente. // La levanto, / descanso sobre ella, / la lanzo. / Me pertenece, / no se puede defender. / Con mi piedra / hago lo que quiero. // Pero no pesa nada. / Pesada es la otra, / la primera, / que no me escucha, / que no tiene nombre, / que me hiere'. Levantar piedras para mirarlas de cerca y dejarse herir por lo que uno mismo lanza es, en el presente caso, más que una metáfora, una declaración de principios. A pesar de su ligereza, Enzensberger no puede negar su descendencia de Brecht. Con este libro nos hace comprender para qué necesitamos poetas como él.
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