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Crítica:CRÍTICA | 'STUART LITTLE 2'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El amigo ratón

Lo mejor de Stuart Little era el invento -chocante y ciertamente un poco surreal, sin precedentes desde las viejas y olvidadas aventuras californianas de la mula Francis- de un ratón adoptado formalmente (así, como suena) como hijo legítimo de una bonachona familia de la burguesía neoyorquina. Las gracias del asunto casi se acababan en el disparatado y un poco aberrante invento, pero el desmesurado éxito de la película obligó a los guionistas de guardia en Hollywood a estrujarse la inventiva, para alcanzar algunas secuelas divertidas o, cuando menos, presentables de las andanzas del tierno, filial y productivo ratoncito, un bonito animalito animado por ordenador, que se mueve como pez en el agua en la vida cotidiana de gente tan de carne y hueso como Geena Davis, que repite su pasión de santa madre de ratón en la nueva vieja película.

STUART LITTLE 2

Dirección: Rob Minkoff. Guión: Bruce Joel Rubin, basado en el libro de E. B. White. Intérpretes: Geena Davis, Hugh Laurie, Jonathan Lipnicki. Efectos especiales: Sony Pictures Imageworks. EE UU, 2002. Género: animación. Duración: 97 minutos.

Porque el previsible Stuart Little 2 ya está aquí y, con independencia de los resultados de su taquilla, que (salvo contadas excepciones) poco o nada suelen decir acerca de las calidades cinematográficas de una película de Hollywood, logra compensar, gracias a un guión hábil y bien construido, el agotamiento de la mina argumental, que no daba para mucho, pero a la que aquí encuentran algunas variantes con buena electricidad, eso que llaman nervio o trepidación.

No es que las que ofrece Stuart Little 2 sean variantes excepcionales, pero puesto que lo previsible era que fueran decepcionantes, resulta agradable descubrir que no lo son, al menos del todo, y que esta vez puede hablarse de que segundas partes fueron mejores, sin que esto signifique mucho, pues las primeras no eran en este caso nada del otro mundo. Y se disfruta de las gracias de la amiga pájara y el enemigo halcón; y del bonito vuelo de Stuart en avioncito y también, de pasada, de algunos ángulos de visión inéditos de la ciudad de Nueva York. No es mucho, pero es algo.

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