La descarga fue de agua
La lluvia apagó el fuego justo cuando estaba comenzando a crecer. Por una vez, un acto a menudo tan deseado sólo puede calificarse de mala jugada de los elementos. Un grupo de oscuras nubes nada simpáticas y, al parecer, poco amantes de la cultura se empeñaron en que el festival Grec 2002 no acabara navegando en el optimismo que había caracterizado casi toda esta edición.
Primero llovió de forma intermitente durante todo el día -en realidad, la noche anterior ya le aguaron la actuación a la soprano Barbara Hendricks-; parecía que escampaba, pero inmediatamente se cubría el cielo, y así hasta poco antes de iniciarse el concierto. En un claro, los músicos, optimistas, pudieron probar sonido y dejar todo el equipo preparado. Minutos antes de la hora señalada dejó de llover y el público, que se agolpaba a la entrada del teatro Grec indeciso, como esperando que se anunciara la cancelación definitiva, se apresuró a entrar, todos al mismo tiempo, con el lógico embudo rn la puerta.
Cachaíto López
Teatre Grec. Barcelona, 31 de julio.
Finalmente, el Teatre Grec casi se llenó, quedaron pocas sillas vacías. Y con un ligero retraso, Cachaíto salió al escenario aclamado como un ídolo del pop-rock. Como había sucedido noches antes con Omara Portuondo, el poder del Buena Vista Social Club volvió a mostrarse con toda su intensidad: tras 50 años de carrera en la sombra, ahora todo el mundo adora a Cachaíto, ya es como de la familia. En solitario, el sobrino del gran Cachao acometió un solo de escasa brillantez. El ambiente estaba realmente frío en ese momento. Sus músicos salieron alborotando, como para calentar la cosa, y el concierto comenzó a despegar pausadamente. Nada que ver con la fuerza arrolladora de sus anteriores visitas a La Paloma; lógico: el local imprime carácter y en la noche del miércoles el anfiteatro de Montjuïc no era el lugar más adecuado para disfrutar de una buena dosis de caliente latin jazz, y mucho menos para interpretarlo. A pesar de todo, Angá Díaz, desde las tumbadoras, se empeñó en ponerle fuego al cotarro y lo fue consiguiendo poco a poco.
El grupo cada vez se desenvolvía con más soltura. Buenos solos del saxofonista Jimmy Jenks y un espléndido danzón marcaron el inicio de una subida de termómetro escénico que no se correspondió con la deseada complicidad meteorológica. Lloviznaba. Lo cierto es que tras un soberbio solo de Angá y cuando el disc-jockey Deenasty acababa de ponerse tras sus platos -el vocalista anunciado ni siquiera pisó el escenario-, el concierto se suspendió durante 'unos minutos', eufemismo de la megafonía, porque cada vez estaba todo más negro.
El público esperó pacientemente, el director del festival Grec no paraba de hablar por su teléfono móvil amparado por un enorme paraguas. Tras 15 minutos de incertidumbre, la tormenta descargó, y mientras el público abandonaba a la carrera el anfiteatro, la megafonía anunciaba educadamente que el concierto se suspendía por causas meteorológicas. En la organización ya hablaban de repartir chubasqueros en futuras ediciones o preparar una cubierta para los músicos, al estilo de los festivales del norte.
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