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CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Ventura Pons filma la movida barcelonesa con la rumba de Gato Pérez

H ace dos décadas, Barcelona vivía su propia movida. Era un tiempo en el que la sala Zeleste se convirtió en el gran templo musical por el que cada noche circulaba una ciudad sabrosa y joven que encontraba en el Gato Pérez (Buenos Aires, 1951- Barcelona, 1990) uno de sus grandes referentes. Ventura Pons se encuentra actualmente inmerso, 'sin nostalgias', en el espíritu de esta Barcelona de su juventud en la que el cantante Gato Pérez pasó como su mejor cronista. Un relato que quedará fijado en el 'musical documentado' El gran Gato, que estrenará a finales de año.

Dos ejes, la memoria y el legado, marcan el ritmo de este Gran Gato donde Pons retoma el documental 25 años después de su primer filme, Ocaña, retrato interminente. 'Si Ocaña recorrió la Barcelona de los setenta, Gato Pérez ayudará a conocer la Barcelona de los ochenta', comentó ayer el director durante la presentación de este filme, donde 'la gente del Gato' -su madre, sus dos esposas, sus hijos, sus amigos como Sisa, Carles Flavià, Javier Mariscal, Àngel Casas o Marcos Ordóñez- se encargan de escribir su memoria. 'Se trata de establecer conversaciones entre ellos para buscar las contradicciones que todos tenemos en la vida y encontrar así la verdad de Gato'. 'Quedará como una película de emociones, muy de personajes', afirmó el director, al que le queda pendiente ahora el rodaje de los testimonios musicales.

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Ventura Pons reconstruye la figura del rumbero Gato Pérez

Pons recupera en el documental el legado más interesante que dejó Javier Patricio Gato Pérez Álvares, sus canciones. Luis Eduardo Aute, Maria del Mar Bonet, Tonino Carotone, Los Chichos, María Jiménez, Ketama, Lolita, Martirio, Benjamín Escoriza, Rosario, Sicus, Sisa y Kiko Veneno reinterpretan los temas de Gato envueltos en una escenografía que recuerda al desaparecido Zeleste. 'El tiempo acabó dando la razón a la apuesta de Gato por la música popular, especialmente a partir de la dignificación de la rumba catalana con los Juegos Olímpicos de 1992', explicó el cineasta, que trabajó con Gato Pérez en La rubia del bar, filme al que el músico le puso la banda sonora. 'Este hombre hacía canciones de cualquier cosa y les daba un vuelo poético increíble', recordó Pons.

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