Una vecina salva a dos ancianos que estaban desnutridos en su piso
Desde enero, 61 mayores han muerto solos en sus viviendas
Un matrimonio del distrito de Tetuán, Narciso Gil Márquez, de 92 años, y Eusebia González Esteban, de 85, fueron rescatados ayer por una UVI móvil del Samur-Protección Civil después de que una vecina oyera sus gemidos. Eso les salvó la vida. La pareja estaba tendida en el pasillo de su casa, sin poder moverse, y sufría un estado de desnutrición avanzado, conscientes pero desorientados. Fueron llevados al hospital La Paz, donde están ingresados. Su único hijo apenas los visitaba, según los vecinos.
Eran las 9.15 cuando María del Carmen Gumiel, una vecina del piso bajo del número 6 de la calle de Tenerife, se acercó a la ventana de su dormitorio. Ésta da a un patio de la comunidad que comunica con la vivienda 4 del bajo. La vecina oyó que desde este inmueble alguien pedía auxilio, por lo que decidió golpear y llamar por la ventana para ver qué les ocurría a sus moradores. No respondieron. Esto alarmó a María del Carmen, que decidió avisar inmediatamente a la Policía Municipal.
Cuando se presentaron los agentes comprobaron que, aunque nadie les abría la puerta, debía haber alguien dentro, ya que se oían de nuevo los gemidos y las quejas. Los policías llamaron a los sanitarios del Samur-Protección Civil, que encontraron tirado en el pasillo al nonagenario Narciso Gil. Éste fue atendido de una posible lesión en la cadera y por desnutrición, mientras que su mujer sufría desnutrición. Ambos estaban conscientes, pero desorientados.
El matrimonio, que probablemente se encontraba en la referida situación desde al menos un día, fue estabilizado en su domicilio y trasladado al hospital La Paz.
Los vecinos de los ancianos señalaron que se trata de un matrimonio 'muy reservado' y que tenía muy poco trato con el resto de la comunidad. Llegaron al inmueble hace unos 20 años, cuando él se jubiló y vendió la frutería que regentaba en el número 20 de la calle de Carnicer, situada a unos 30 metros de su actual casa.
Según los vecinos, la pareja de ancianos solía pasar los veranos en una finca que tiene en el municipio de Miraflores de la Sierra. Acostumbraban a cobrar la pensión el día 25 de los meses de junio y ya no regresaban a su casa hasta octubre. 'El año pasado vino su hijo y los llevó en coche a Miraflores, ya que ellos no podían coger autobuses ni trenes. Estaban bastante delicados, pero se marchaban siempre de vacaciones', señaló su vecina Gregoria Rodríguez. Sin embargo, por las enfermedades propias de su avanzada edad les aconsejaron quedarse en casa este verano.
283 intervenciones
Eusebia González no acostumbraba a salir de su casa, mientras que su esposo se encargaba de hacer las compras. También solía ir a dar una vuelta a la glorieta de Cuatro Caminos. 'Antes, en invierno, se iban después de comer a casa de la hermana de ella, que vive cerca del mercado de Maravillas, y se pasaban allí la tarde', añadió Rodríguez.
El Samur informó ayer de que en los siete primeros meses de este año ha intervenido en 283 casos relacionados con personas mayores que vivían solas y que, al no dar señales de vida, los servicios de urgencia han tenido que forzar la puerta de la casa o entrar por la ventana para comprobar su estado. Sólo en el presente mes de julio, ocho ancianos han salvado su vida gracias a que vecinos o familiares alertaron a los servicios de urgencia.
En lo que va de año, 61 ancianos que vivían solos han muerto en la capital, según el Samur. Así les ocurrió a dos ancianos de Alcalá de Henares y de Carabanchel que fueron hallados muertos el domingo en sus respectivos domicilios.
El primer caso fue el de una mujer, de avanzada edad, que vivía sola en el número 5 de la calle del Cardenal Fonseca, en Alcalá de Henares. Los vecinos avisaron a las 23.00 al 112 ante la sospecha de que le había sucedido algo malo, ya que salía mal olor de su casa. Los bomberos derribaron la puerta de la vivienda y hallaron a la mujer, que llevaba varios días muerta.
Poco después, a las 23.36, el 112 recibía el aviso de una mujer que se encontraba angustiada porque su padre, que vivía solo en el número 83 de la calle del General Ricardos (Carabanchel), no contestaba a sus llamadas y temía que le hubiera sucedido algo. Los médicos del Summa sólo pudieron certificar la muerte de este hombre de 81 años.
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