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Reportaje:

Milagro en una mina de Pensilvania

Rescatados 9 mineros tras permanecer atrapados 77 horas bajo tierra

'Por favor, que alguien me saque de aquí'. Harry B. Mayhugh no podía pensar en otra cosa cuando en la madrugada de ayer (la mañana en España) los equipos de rescate le subieron por fin a la superficie. Llevaba desde el miércoles atrapado con otros ocho compañeros en una mina de Somerset, en Pensilvania, con el agua hasta la cintura, a 73 metros de profundidad, 10 grados de temperatura y pocas posibilidades de sobrevivir. Tras una serie de contratiempos, las labores de búsqueda concluyeron en un milagro: los nueve hombres estaban sanos y salvos.

Están incluso 'increíblemente bien', aseguró el doctor Russell Dumire, que los atendió. Algunos sufren de una leve hipotermia y uno de ellos se ha quejado de dolor en un hombro, pero ninguno está herido. Habían decidido que 'todos iban a vivir o morir en grupo', contó Dumire. 'Cuando uno tenía frío, los otros se apiñaban a su lado para darle calor. Y así por turnos'. Salieron entumecidos, ennegrecidos por el carbón, cansados, mojados, pero felices de estar vivos.

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'¿Por qué habéis tardado tanto?', preguntaron al salir uno por uno del estrecho pozo cavado por los equipos de rescate. Porque en los primeros días todo fue increíblemente mal. Primero hubo que esperar casi veinte horas a trasladar hasta la mina la máquina perforadora de 680 kilos que pudiera taladrar la roca. Luego, el viernes, una de sus piezas se rompió y hubo que perforar otro túnel en otro sitio para acceder al lugar donde se pensaba que podrían estar los mineros. No se supo nada de ellos hasta el sábado, cuando se deslizó por uno de los túneles una línea telefónica que confirmó que seguían con vida. Y, mientras tanto, las familias esperaban.

Todo se desplomó en la tarde del miércoles, cuando por error los mineros dieron con un brazo de mina abandonado desde los años cincuenta, y que en los mapas figuraba cientos de metros más abajo. Los túneles desahuciados vertieron millones de litros de agua e inundaron el resto de los pozos. El equipo de mineros quedó aislado dentro de una bolsa de aire. Esto complicó mucho las labores de rescate.

No se trataba sólo de encontrarlos, sino de mantenerles vivos mientras duraba la búsqueda. Había que mantener la presión para que la mina no terminara de inundarse al perforar una vía de salida.

'Es un sueño hecho realidad, la culminación de un esfuerzo intenso y de un trabajo de equipo', señaló el gobernador de Pensilvania, Mark Schweiker. 'Esto es un milagro', dijo al borde de las lágrimas John Weir, el dueño de la compañía propietaria de la mina, al ver a sus hombres salir de la tierra. 'No me dice nada nuevo sobre los mineros. Ya sabía que son las personas más duras del mundo'.

Duras y hambrientas. Lo primero que hicieron fue abalanzarse sobre la comida y el tabaco de mascar. Algunos pidieron cerveza, pero el médico recetó que no era muy aconsejable tan pronto.

Somerset es una pequeña localidad rural de Pensilvania. El pasado 11 de septiembre vivió otros momentos trágicos cuando a unos veinte kilómetros de la mina, uno de los cuatro aviones secuestrados en los atentados se estrelló en medio del campo.

El último  de los mineros es rescatado mientras sus compañeros aplauden.
El último de los mineros es rescatado mientras sus compañeros aplauden.ASSOCIATED PRESS

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