Armstrong, camino del quinto Tour
Cuarta victoria consecutiva del estadounidense, con Beloki y Rumsas a su lado en el podio -Su dominio abrumador y la falta de rivales hace imposible pensar que no gane también en 2003 y se convierta así en el quinto pentacampeón tras Anquetil, Merckx, Hinault e Indurain
'El quinto Tour le costará más de lo que piensa', dice Miguel Indurain, un experto en el asunto. 'Cada año se hace más dura la preparación para llegar a punto. Y yo también pensé que el sexto Tour lo ganaría tranquilamente y sin darme cuenta me resultó imposible'. Pese a todo lo que la experiencia diga, pese a las opiniones de los grandes campeones del pasado, ha sido tal el dominio de Lance Armstrong en la conquista de su cuarto Tour de Francia consecutivo, ha sido tan espantosa la ausencia de un rival que le pudiera hacer dudar, que se hace muy difícil pensar que el ciclista norteamericano, un hombre programado para el Tour, no gane todas las grandes boucles que se proponga.
El cuarto Tour ha sido, probablemente, el más fácilmente conquistado por la maquinaria Armstrong, por el americano, que domina como nadie todas las claves de la carrera francesa, y por su equipo, que ha aniquilado cualquier intento de revuelta. Ausente Ullrich, delfín del americano los dos años anteriores, el segundo ha sido el español Joseba Beloki (tercero en 2000 y 2001), a una distancia de 7.17m, la segunda más grande lograda por Armstrong tras los 7.37m ante Zülle en 1999 (Ullrich siempre anduvo en la zona de los seis minutos). Tercero, en un papel que se antoja similar al que interpretó el polaco Jaskula tras Indurain y Rominger en 1998, terminó el lituano Rumsas, un debutante de 30 años que, en teoría, no debería ser el hombre del futuro. El ganador de los próximos años habría que buscarlo en los escasos corredores menores de 27 años que han asomado en la general, el abulense Mancebo (séptimo) o el italiano Basso, maglia blanca de mejor joven y 11º. Más que la diferencia de tiempo, sin embargo, el hecho definitivo de este Tour ha sido la ausencia de ataques, por imposibilidad manifiesta, de que ha disfrutado el líder, un hombre intocable.
El ciclismo español ha vivido entre la esperanza (el pasajero maillot amarillo de Igor Galdeano, la etapa al sprint de Freire) y la comodidad (ausencia de riesgo de la mayoría de los corredores) un Tour que puede despertar el optimismo. Por lo menos el de los organizadores, que resaltan el aumento de aficionados en las cunetas (unos 15 millones en las 20 etapas) y ante los televisores (una media de cuatro millones de espectadores diarios en Francia, con un significativo 5% de aumento en el sector más joven). Un Tour, en fin, que por primera vez desde 1998 no ha sufrido ningún escándalo de dopaje y ningún positivo.
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