'Soy más feliz sin los Rolling Stones'
Bill Wyman, 65 años, es otro desde que dejó los Rolling Stones hace ya casi diez. El infernal ritmo de giras del grupo le imponía largas separaciones de su familia que le resultaban cada vez más insoportables. Con sus Rhythm Kings, grupo formado en 1996 en el que militan algunos nombres históricos de la escena británica, las cosas son diferentes. Ahora puede elegir entre un sinfín de variantes estilísticas según la atmósfera del concierto o las preferencias del momento. Después de actuar con éxito en el Festival de jazz de San Sebastián, en León y en Vigo, el bajista se presenta mañana (día 29) en Madrid (La Riviera) y el martes en San Javier, Murcia (Auditorio Municipal).
Pregunta. ¿Qué recuerdos tiene de su etapa con los Rolling Stones?
Bill Wyman's Rhythm Kings
Bill Wyman (bajo, voz); Gary Brooker (teclados); Georgie Fame (órgano Hammond); Beverley Skeete (voz); Albert Lee (guitarra); Terry Taylor (guitarra); Graham Broad (batería); Cuartel del Conde Duque, Madrid. 10 de julio.
Respuesta. Antes era más joven, pero ahora soy más feliz. Con los Stones estuve tocando las mismas canciones durante 31 años. Demasiados. Con los Rhythm Kings puedo hacer blues, jazz, soul, rock, gospel, folk, boggie-woogie o cualquier otro género. Mis músicos dominan todos eso. Albert Lee es un magnífico guitarrista de country y rock & roll, Terry Taylor toca muy bien el blues y Georgie Fame ha crecido con el jazz y el soul; Mike Sánchez también es increíble, puede cantar en los estilos de Jerry Lee Lewis o Nat King Cole. Beverley Skeete no tiene problemas para cantar gospel y soul, pero también puede acercarse al estilo de Ella Fitzgerald si se lo propone. En fin, con esta banda puedo manejar un ilimitado rango estilístico.
P. Al lado de gente tan ecléctica, ¿qué espera conseguir con los Rhythm Kings?
R. Estamos en esto por el simple placer de hacer música, no por dinero ni por entrar en las listas de éxitos ni vender muchos discos. No nos interesa la fama ni salir en la televisión. Cada uno tiene su carrera, pero cuando nos unimos es para divertirnos.
P. ¿Cómo funciona el grupo?
R. Yo suelo marcar las directrices generales, pero siempre pido opiniones. A mí me puede apetecer interpretar una canción de Jackie Wilson como Baby workout, o incluso algún tema más antiguo como That's allright mama, mientras otro puede descubrirme algún tema nuevo. Ésa es justo mi filosofía de la música: partir de una idea general para trabajarla en equipo.
P. ¿Sigue manteniendo relación con los otros miembros de los Stones?
R. Por supuesto, en especial con Charlie Watts. De hecho, convencí a Charlie para que filmara en vídeo a su banda de jazz. Le pareció excesivo, pero arreglé todo para hacerlo. Al final quedó muy contento. Así es Charlie, una persona maravillosa que no le gusta bregar con la técnica y los equipos complejos. No quiere complicaciones, sólo quiere tocar música. Solemos hacernos regalos mutuamente. A mí me gustan los soldados escoceses en miniatura y, si ve alguno, me lo compra. Ahora voy a regalarle unas partituras originales de Charlie Parker que he encontrado en Toronto. Va a alucinar. En realidad, seguimos siendo una familia. Jerry Hall es muy amiga de mi esposa y acaba de pasar una temporada con sus hijos en la casa que tengo en el sur de Francia.
P. Así que su vida ha dado un vuelco.
R. Ahora tengo una familia muy joven y no podría embarcarme en giras de seis meses como antes. Tengo tres hijas de 7, 6 y 4 años, respectivamente, y me gusta estar en casa con ellas. Tuve un hijo en los años sesenta y sólo tenía ocho meses cuando me enrolé en los Rolling. Cuando me quise dar cuenta ya había cumplido 11 años. No quiero que eso vuelva a suceder. Así que ahora estoy un mes fuera como mucho y regreso a casa. Con los Stones ibas de Japón a Australia, y cuando volvía mi perro me ladraba como a un desconocido. Ahora me puedo permitir hacer muchas cosas diferentes. Estos diez últimos años han sido los más felices de mi vida.
P. ¿Qué otras actividades desarrolla habitualmente?
R. Me interesa la fotografía desde los nueve años; mi tío tenía una Leica y empecé a hacer fotos con una Brownie. No fotografiaba gente, sino puertas, edificios y cosas así. Recientemente he abandonado un poco esta faceta en favor de la arqueología. Hace tres años he hecho una edición de 1.500 copias de un libro con fotografías mías; está destinado sólo a coleccionistas, pero para mí es muy reconfortante hacer algo al margen de la música
P. ¿Qué diferencias encuentra entre el blues negro y el blanco?
R. Lo más importante es saber leer en el pasado. Si quieres aprender fútbol, no tienes más remedio que ver vídeos de Pelé, y si quieres hacerte pintor estás obligado a conocer a Van Gogh en profundidad. En general, para hacer arte hay que beber de las fuentes originales. Éste es un problema ahora porque los chicos no saben nada del pasado, vienen a nuestros conciertos y se quedan alucinados. Por suerte, algunos aprenden de las colecciones de sus padres, allí han descubierto a los Beatles, a los Kinks o a los Rolling. Me escriben chavales de doce o trece años que acaban de descubrir a los Rolling. Me lo dicen ahora que ya hace casi diez años que me he ido.
P. ¿Cómo recuerda la rivalidad con los Beatles?
R. No había rivalidad de ningún tipo. La creó la prensa y los medios de comunicación. Siempre fuimos muy buenos amigos, incluso antes de grabar discos y de tener manager. Incluso hoy lo somos. No podía haber enfrentamientos, porque los Beatles hacían un tipo de música y nosotros otra muy diferente; cada grupo seguía su propio camino. En realidad, solíamos hacer chistes sobre lo que se decía en los periódicos. Me enorgullece que George Harrison pudiera colaborar en mi último disco.
P. ¿Se le ocurre algún método para combatir la piratería?
R. Nosotros hacemos la guerra por nuestra cuenta y confeccionamos nuestros propios piratas. Grabamos todos los conciertos y luego yo hago una selección para venderla por Internet. Los llamamos los piratas de los Kings. Ya tenemos tres y haremos un cuarto este año. Parece que al público le interesa mucho.
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