Dos semanas de camino por Córcega

COMO LO describió Fabrikant, el primero en identificar en 1952 el itinerario que vamos a recorrer, 'Córcega es una montaña' atravesada por un camino de casi 200 kilómetros, el GR20. Salimos el primer día desde Calenzana, un típico pueblo de Balagne, para subir sin discontinuidad durante dos días. En el segundo día, son las 19.00, nos dirigimos entre esbeltas torres de granito hacia un puerto. Durante esta subida, el canto de un pastor invisible llamando a sus ovejas nos acompaña. Al llegar al puerto, el horizonte se alarga y la vista se dirige hacia las cumbres más altas de la isla. Nos están esperando.

Las primeras etapas nos afectan enseguida: calor, pendientes y un ritmo elevado, pero el espectáculo de la naturaleza lo compensa. Por tanto, los primeros candidatos al abandono aparecen y se hacen más numerosos cada día. El GR20 se ha convertido en un trekking popular en los últimos años, lo que explica que la gente viene atraída por el paisaje, pero sin estar lo suficientemente preparada. Los demás forman grupos donde las referencias de ahí abajo, como el estatus social, no significan nada. Olivier, director financiero de L'Oreal Asia, y Marc, obrero de la fábrica Renault de Lille, comparten sus emociones del día. Los paisajes cambian constantemente, en una sola etapa bajamos de una cumbre de media montaña, seguimos torrentes y lagos, cruzamos bosques de pinos, de castaños y de abedules. Salimos del sendero de vez en cuando para subir hasta las cimas majestuosas de Lîle de Beauté, como el monte Cinto (2.706 metros) o el Paglia Orba (2.525 metros).

La intendencia también se convierte en una experiencia de sabores cuando nos paramos en los rediles para rellenar nuestros bolsos y nuestros estómagos. Con queso y jamón de estos valles, comer en la montaña suele ser un momento cumbre.

En los últimos días, la gente habla de la satisfacción de haberlo conseguido, sólo piensan en terminar cuando todavía atravesamos una grandiosa catedral de pináculos. Después de 15 días y la llegada a Conca, el retorno a la civilización con coches y teléfonos se convierte enseguida en una agresión. El reloj, que se había parado durante el viaje, se ha puesto en funcionamiento otra vez.