'Es la perfección de la tortura'
'En septiembre de 1981 fuimos a la capital a visitar a mis padres, que estaban con mis hijas de 9 y 10 años, para celebrar el cumpleños de mi sobrino. Cuando llegamos a la casa, no estaban allí; en su lugar, un grupo de hombres armados nos empezaron a interrogar. Mi familia estaba involucrada en el movimiento revolucionario. Les contamos todo lo que sabíamos y pensé que lo peor había pasado, pero cuando salí de la casa sentí un estallido en la cabeza y entonces me di cuenta: o los habían matado o habían desaparecido. Jamás volví a saber lo que ocurrió con mis hijas, mi padre y mi hermana', cuenta Adriana Portillo-Bartow, fundadora de la asociación ¿Dónde están los niños y las niñas?, que desde hace tres años busca a los más de 5.000 niños desaparecidos en el conflicto guatemalteco entre 1978 y 1986.
'A los niños desaparecidos se les considera daños colaterales del conflicto y no se les toma en cuenta. Se sospecha que la mayoría fueron dados en adopción en países desarrollados', asegura Adriana.
'Lo más difícil es no saber. No pasa un solo día en que no piense en mis hijas. ¿Dónde están? Si están muertas, ¿dónde están los cadáveres? Aunque no pueda tenerlas quiero saber si han podido rehacer sus vidas. No puedo mirar hacia el futuro, sólo hacia el pasado. Las desaparicciones son la perfección de la tortura. Tenemos que vivir con esta desesperación cada hora de nuestras vidas. Si admitiéramos que están muertos, los estaríamos matando'.
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