Locura porteña
La novela de Pedro Molina Temboury combina la crónica de un año crítico, uno más, en Argentina con el amor loco y desenfrenado de un corresponsal español recién llegado a Buenos Aires. Su amante, una bailarina que se ganaba la vida con la práctica de la danza del vientre en un local de dudosa reputación.
Consigue Molina reflejar la Argentina y el Buenos Aires del final del presidente Raúl Alfonsín: asonadas de los militares carapintadas Aldo Rico y Mohamed Seineldin, hiperinflación y saqueos de supermercados. Nada nuevo, sino demostración palpable de que lo de hoy día en Argentina no es más que una mera repetición de lo ocurrido hace 14 años, aquel verano de 1988, cuando el periodista llega destinado a Buenos Aires.
POR PASIONES ASÍ
Pedro Molina Temboury Seix Barral. Barcelona, 2002 254 páginas. 16,25 euros
El relato fluye lleno de detalles de buen catador, de jerga porteña con voseo incluido, hechos y anécdotas de aquellos días que revelan que el autor no fue un mero turista accidental. El núcleo de la narración lo constituye la relación entre Andrés Sebastián y la bailarina Mariana, que se convierte en una auténtica succionadora, por vía vaginal, del escaso talento periodístico del que da muestra el corresponsal aterrizado en Buenos Aires. Mientras el marco colectivo de referencia resulta de una fidelidad impecable, la historia ficticia no acaba de resultar creíble. La falta de explicaciones, tal vez querida por el autor para envolverlo todo en un halo de misterio e irracionalidad, deja en el lector una sensación de gratuidad en los comportamientos y actitudes de los protagonistas.
Un tercer elemento de Por pasiones así lo constituye la reflexión sobre el trabajo del corresponsal en medio de un mundo que se desmorona a su alrededor. Devorado por la pasión, apenas le queda tiempo a Sebastián para cumplir con el débito periodístico, ni casi para replantearse su relación matrimonial con la mujer que se quedó en España. Reproduce Molina algún que otro párrafo de las crónicas que Sebastián envía a Madrid: 'En el corazón de nuestras sociedades capitalistas la norma fundamental de convivencia es aquella que establece una correlación razonable, y consensuada, entre el precio y el valor de las cosas'. Semejante corresponsal no habría durado ni siquiera el año que el protagonista pasó en Buenos Aires. Se habría ganado a pulso que la misteriosa bailarina arruinase su carrera.
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