El psícólogo Bernabé Tierno dice que educar no es "ni la permisividad absoluta ni la bofetada de antes"

El psicólogo y pedagogo Bernabé Tierno afirmó que la "educación inteligente" no es "ni la permisividad absoluta ni la bofetada de antes", sino que está a medio camino entre estos extremos y requiere que el educador -padre o profesor- se conozca a sí mismo, sea consciente de sus limitaciones, tenga autocontrol, motivación y decisión, sepa reconocer sus errores y los esfuerzos del hijo o alumno, y sea dialogante y firme al tiempo.

"Pero sobre todo, para educar a una persona hay que quererla y que sepa que nos importa. No hay educación inteligente sin amor", destacó el experto durante la conferencia que impartió ayer en Castro dentro del ciclo cultural de los Cursos de Verano de la Universidad de Cantabria, en la que adelantó las claves para educar que recoge en su último libro, que se publicará el próximo otoño.

Tierno aseguró que en todos los aspectos de la vida hay una manera inteligente de actuar y es conseguir que, ante un problema, la persona conflictiva o irresponsable colabore y cambie su actitud hacia lo correcto no por la fuerza, sino por decisión propia. "Para educar hay que suscitar y alentar el comportamiento adecuado; no vencer simplemente, sino vencer con la inteligencia, convencer, porque en esta sociedad si alguien va de listo la cosa no funciona", dijo.

En concreto, el psicólogo enumeró distintas estrategias para lograr esta actitud inteligente en el campo de la educación familiar, que pueden aplicarse también a otras relaciones. "Mostrar una empatía con nuestros hijos, comprenderles, interesarnos respetuosamente por sus inquietudes, tener un exquisito cuidado con las palabras evitando las órdenes, los insultos y las etiquetas del estilo 'eres incorregible', y estar dispuesto a reconocer sus esfuerzos y logros" son algunas de estas claves.

Bernabé Tierno considera necesario "ser capaces de reconocer nuestros defectos y debilidades para acercarnos a los jóvenes, porque si uno se considera perfecto e inimitable no puede educar". "Hay que ser positivo y creer en el hijo, esperar lo mejor de él y transmitírselo, educarle para que tome sus propias decisiones y permitirle que caiga en la cuenta de sus errores sin estar siempre encima de ellos", explicó.

Tierno señaló que también llega el momento de la firmeza, de establecer unos límites y decir que no "siempre aportando razones", aunque no se muestra partidario del castigo, "término que hay que evitar por sus connotaciones negativas". "No se puede educar con 'blandenguerías' pero hay alternativas al castigo, formas de que se den cuenta de que han hecho algo mal y tienen que pagar las consecuencias. Del mismo modo hay que premiar y reconocer sus aciertos", dijo.

La buena convivencia en el hogar, educar en los buenos modales y el respeto hacia los demás, dar a entender a cada hijo su valor como persona única e irrepetible y no adoptar las mismas actitudes adolescentes de los jóvenes sino dar un ejemplo de autocontrol son otras de los aspectos que Tierno apuntó.

Además señaló la necesidad de educar a los educadores. "Nadie enseña a los padres cómo tienen que educar a sus hijos y esto podría solucionarse. Los políticos deberían contar con los que sabemos algo de esto, numerosos profesores y expertos que podrían aportar sus opiniones si se les preguntara".