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Entrevista:VÍCTOR DE DIEGO | Saxofonista de jazz

'Los festivales vascos de jazz no tienen afán de promocionar la música'

Víctor de Diego es un saxofonista bilbaíno de jazz que ha tenido que abandonar Euskadi para desarrollar su carrera musical. Barcelona ha acogido de buen grado a un músico que acaba de publicar su tercer elepé, Iratxo. Entre el 31 de julio y el 3 de agosto próximos lo presentará en Zarautz, San Sebastián, Plentzia y Bakio.

Pregunta. ¿Qué sabor de boca le ha dejado Iratxo?

Respuesta. Bueno, porque es el disco más personal. Después de hacer tres discos, es lógico que deseches cosas que no te gustaban de los anteriores y vayas depurando un poco estilísticamente.

P. El jazz es un género muy amplio. ¿Dónde encaja su Iratxo?

R. Yo no creo tanto en estilos, sino en el lenguaje personal. En los discos de América se escuchan muchas cosas, es un conjunto, una mezcla, pero siempre con un toque personal. O sea, yo no concibo la idea de, hoy en día, hacer solamente rock and roll, dixieland, hard bop o flamenco. Mi concepto de creatividad pasa por mezclar estilos, corrientes, y eso es lo que más me interesa.

P. ¿Es posible concebir el jazz como música comercial?

R. La verdad es que no lo sé. Yo toco jazz porque me da la gana. Evidentemente, tengo que pensar en pagar mi hipoteca, y a veces sí participo en cosas que quizá no son tan jazzeras, pero casi nunca he tenido que hacer algo que no quisiera. Desde que estoy en Barcelona, he estado en cientos de grupos que surgen, desaparecen, duran más o menos, graban, hacen giras...

P. ¿Por qué fijó su residencia en Barcelona?

R. Porque todo esto de lo que hablamos se hace realidad allí. Siempre hay músicos, locales, historias y proyectos en todas partes, pero no como en Barcelona. Allí hay cientos de buenos músicos profesionales, gente creativa con ganas de tocar música no necesariamente comercial, lo cual muchas veces es incluso conflictivo, ya que no se genera tanto trabajo. Y hay más sitios para tocar. Comparadas con esas cifras, las de Euskadi son un porcentaje muy pequeñito.

P. Extraña, habiendo en Euskadi un festival prestigioso por provincia.

R. Sí, pero no tiene nada que ver. Esos festivales están muy bien y tienen que existir, pero no tienen ningún afán de promoción de la música; lo tienen de no sé qué, habría que preguntarles a ellos.

P. De reclamo turístico, quizá, de promoción regional.

R. Eso es evidente. El caso es que la gente sólo va a los festivales, se gasta una pasta porque le dicen que lo que viene es lo mejor del mundo, y 'como es caro debe ser bueno'. Ésta es un poco la filosofía, y luego no van a ningún otro evento musical.

P. ¿Es imprescindible ser un virtuoso para tocar jazz?

R. Qué va. La gente aprecia cada vez cosas más cercanas, que se les emocione con algo más entendible. Al no ser una música muy conocida, hay que tratar de tocarla de una manera más familiar, más cercana. Si la gente percibe aires flamencos o de pop, que son músicas más comerciales, seguro que entra más fácil.

P. Ha tocado con varias orquestas. ¿Cómo encaja la libertad del músico de jazz con el rigor y la disciplina que impera en la música de cámara?

R. Realmente, es una manera de pensar muy diferente, pero lo he hecho porque un artista debe tener espíritu de superación. La música de cámara da importancia a cosas que no son la improvisación: la afinación, el rigor a la hora de emitir sonido... El jazz es una música más hippy, que a veces permite más imperfección.

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