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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Espíritu reconstructivo

Restablecido el statu quo en el islote Perejil, la ministra de Exteriores, Ana Palacio, se volcó ayer en subrayar que las relaciones 'estratégicas' entre España y Marruecos deben regresar al 'nivel del que nunca debieron salir', y expresó el decidido apoyo de España a las reformas políticas, económicas y diplomáticas en curso en el país vecino. Es de esperar que Rabat responda positivamente en los próximos meses a este espíritu reconstructivo que ayer salió del Parlamento. La mejor manera de evitar que se repita lo ocurrido es restablecer la confianza mutua. Lo que no significa que vayan a desaparecer súbitamente los desacuerdos o diferencias entre ambos países.

El debate en la Comisión de Exteriores del Congreso fue uno de los más ricos hasta la fecha, no tanto por la escasa información aportada por Palacio, sino por el tono de su discurso y las intervenciones del portavoz socialista, Manuel Marín, y el de CiU, Ignasi Guardans. El diputado catalanista acertó al considerar que 'el problema no es Perejil' y alertar ante 'el sentimiento negativo en la calle' que se había generado en España y que debe preocupar al Gobierno. Marín subrayó la necesidad de comprender que 'en nuestra frontera sur ya no hay moros', sino que 'ahora tenemos vecinos'. El Gobierno tiene una labor pedagógica que hacer para invertir este resentimiento trasnochado contra los marroquíes, tan presente en la sociedad española.

La ministra compartió la necesidad de reconstruir ese 'colchón de intereses' compartidos, como lo llamó Marín, que se fue tejiendo en anteriores administraciones, y de ir más allá. Pese a solidarizarse con sus predecesores y con el Gobierno, el tono y las palabras de Ana Palacio reflejan la voluntad de rectificar la política hacia Marruecos, que llega 'más allá del ámbito bilateral', pues vincula el ámbito europeo con el mediterráneo, una función que España nunca debió haber dejado que se marchitara. Con estos planteamientos, y una frescura de ideas que debería conservar, Palacio, que fue recibida en Exteriores con la ocupación marroquí de Perejil, ha entrado con buen pie en sus funciones ministeriales.

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Incluso si en algunos ámbitos de la oposición preocupa que el papel de facilitador desempeñado por EE UU lleve a un cambio de equilibrios en la zona, para la política de reconstrucción de las relaciones con Marruecos el Gobierno puede contar con la mayor parte del arco parlamentario. Ahora bien, lograr una política de Estado no significa que la oposición calle y otorgue, sino que participe y aporte el plus de su visión y de sus relaciones y vínculos con Marruecos. En este ejercicio, que no va a resultar fácil, y cuya próxima cita es en septiembre, cuando se reúnan en Madrid Palacio y Benaissa, hay que sumar.

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